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CAMBOYA

El régimen de Pol Pot, uno de los más sangrientos de la historia

Por J .F. Lamata MolinaTiempo de lectura3 min
Internacional22-02-2009

En abril de 1975 los Jemeres Rojos, la guerrilla del Partido Comunista de Camboya, se hicieron con el control del país. El secretario general del partido, Pol Pot hermano número 1, se convirtió en primer ministro de Camboya y proclamó “el año 0” de la historia.

Camboya, como tantos otros por aquellos tiempos, fue un país convertido en espacio estratégico por las grandes potencias. Durante años, Lon Nol mantuvo una dictadura pro-norteamericana, después vino el príncipe Norodom Sihanuk y después le tocó el turno a los Jemeres Rojos, que defendían un comunismo de “revolución permanente” siguiendo las directrices de Mao. Aquella “revolución permanente” se convirtió en una auténtica pesadilla para toda la población que fue masacrada y acusada de contaminar aquel supuesto “paraíso maoísta”. Llevar vestimenta extranjera, gafas de sol o viajar a algún país capitalista eran motivos suficientes para ir directo a los “campos de la muerte” -lo cual resulta paradójico si se tiene en cuenta que la mayoría de los líderes de los Jemeres se había formado en Europa, Pol Pot incluido-. Las fotografías de montones de cabezas cercenadas horrorizaron a todo el mundo incluido al Gobierno de la Unión Soviética, que se convenció de que había que parar aquella locura. Bajo indicaciones de Moscú, el Ejército de Vietnam asaltó Camboya y derribó aquel régimen fanático que se refugió entre las junglas. El delegado de la URSS en la ONU justificó aquella invasión diciendo: “el pueblo camboyano estaba siendo esclavizado, martirizado y masacrado por Pol Pot, que seguía las prácticas inhumanas de Mao”. Aún así, Pol Pot mantuvo su guerrilla escondido como una rata en las selvas indochinas durante años, contando inicialmente con el apoyo de Tailandia y EE.UU. -que con tal de meter el dedo en el ojo a la URSS parecía dispuestos a ayudar a aquel asesino-. Finalmente en junio de 1997, por iniciativa de Nuon Chea hermano número 2 y de Ieng Sary, Pol Pot fue apresado por su propia tropa y los Jemeres Rojos emitieron un comunicado diciendo “la dictadura de Pol Pot ha terminado, Pol Pot ha confesado sus crímenes, es el fin de la dictadura que nos amenaza desde 1975. Su excelencia Khieu Shampan (el hermano número 3) conducirá nuestra lucha”. Sus camaradas aseguraron haber comprendido “la locura de Pol Pot” y pusieron fin a la guerrilla. Confinado en una choza, mientras la ONU presionaba para su entrega a la Justicia, aquel profesor del genocidio murió miserablemente en abril de 1998. Como tantos otros genocidas (Pinochet, Milosevic, Suárez Mason... ) la muerte del verdugo le libraba de escuchar sentencia. Como se dijo en Nuremberg de Hitler, Pol Pot no pudo cometer la masacre él sólo, los cómplices que le traicionaron en 1998 a cambio del deseado indulto del Gobierno no pueden quedar impunes de la escalofriante cifra de casi dos millones de muertos. En 2006, se abrió la esperanza de la Justicia al inaugurarse el Tribunal Internacional para juzgar los crímenes contra la Humanidad en Camboya, con 17 jueces camboyanos y 13 extranjeros. Los primeros detenidos fueron Ta Mok, el carnicero, que falleció a los pocos meses, y Kaing Guek Eav, el director de la prisión S-21, donde casi 16.000 personas encontraron la muerte. Kaing Guek Eav se ha apresurado a confesar que recibía órdenes de Nuon Chea, lo que llevaba al tribunal internacional a romper el indulto y encarcelarle. El arresto de Nuon Chea fue una gran noticia para la Justicia histórica, pero no es el único: Khieu Shampan y Ieng Sary no pueden mirar para otro lado y se sientan en el banquillo por asesinos, si es que lo fueron, o para recordar que aquel al que hoy llaman “loco Pol Pot” en otro tiempo le llamaron “su excelencia, nuestro hermano número uno”.

Fotografía de J .F. Lamata Molina