ANÁLISIS DE SOCIEDAD
S.O.S.
Por Almudena Hernández
1 min
Sociedad11-05-2008
Al menos unas 100.000 personas han muerto como consecuencia del paso de un ciclón por Myanmar, la antigua Birmania. El número de vícitmas que han sobrevivido al desastre se multiplicará aún más, y será mayor todavía con el paso del tiempo, cuando las enfermedades, la carestía de alimentos y medicinas compliquen la supervivencia. Ahora, con la novedad, muchas miradas solidarias están puestas en esa región devastada por la brutalidad de la naturaleza y los militares que la gestionan. Pero ¿qué pasará dentro de un tiempo? Posiblemente quuedarán en el olvido mediático más absoluto. A esa situación de ignorancia están condenados otros cientos de miles de personas, que tienen también derecho a recibir ayuda, a ocupar al menos un segundo del informativo o una línea en la prensa. Son los refugiados de Darfur, las familias que viven en los suburbios de Sudamérica o se hacinan en los trenes de la India. Son los sin techo de una gran ciudad occidental, los enfermos de sida, los inmigrantes indocumentados que trabajan de sol a sol. Son muchos, más de los que pensamos. Aunque vale de mucho, parece que valdría de poco ayudar a reconstruir la antigua Birmania. Ahí están los datos: gran parte de la ayuda internacional que se pone en camino para paliar las consecuencias de un desastre no llega a su destino. Es más, en el caso de que llegue, en demasiadas ocasiones se reparte entre quienes menos la necesitan. Peor aún, de volver a repetirse un nuevo desastre natural, esos países no tendrían los medios para prevenirlos. ¿De qué sirve entonces ayudar? Simplemente es la única respuesta honesta y humana a una llamada de socorro.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo