SIN CONCESIONES
Gente sin complejos
Por Pablo A. Iglesias3 min
Opinión14-10-2007
Dicen algunos que en Madrid nos estamos volviendo locos. Y puede que así sea. La vida en la capital es cada vez más estresante, más individualista y más alejada de lo que resulta normal en cualquier otro punto de España. Puede que los madrileños nos estemos convirtiendo en una especie de extraterrestres dentro de nuestra nación o, mejor dicho, una especie de extraespañoles dentro de nuestra España. Dicen que vamos a nuestro aire en todo y que, por lo tanto, poco o nada tenemos que ver con el resto. No descarto que sea verdad, especialmente en lo político. Antaño decían que Madrid solía adelantarse ideológicamente al resto de España, como si por el hecho de aguantar diariamente las trifulcas de nuestros políticos nos diéramos cuenta de las cosas antes que el resto. Así ocurrió en 1931, cuando paradójicamente triunfó la II República pese a que los monárquicos habían obtenido diez veces más de concejales. Como los republicanos se impusieron en las zonas urbanas, especialmente Madrid, se produjo un cambio de régimen que luego acabó en Guerra Civil. Ya en la Democracia, solía decirse que quien ganaba unos comicios en Madrid los ganaba en el resto de España. Pero esa cantinela parece haber desaparecido. Hablo tanto de Madrid porque este Puente del Pilar o de la Fiesta Nacional, según se quiera ver, no he salido de mi tierra. Por lo tanto, no he podido comprobar con mis propios ojos qué ha ocurrido más allá. En la capital muchos vecinos se han sacudido los complejos de otra época y han colgado la bandera de España en los balcones, en los jardines y en los portales. Mi sorpresa ha sido mayúscula, pues nunca antes había visto tanta insignia nacional en los edificios. Sólo después de los dramáticos atentados del 11-M en el año 2004 apareció tanto el símbolo que nos une como muestra de dolor por el asesinato de 192 compatriotas. Sobra apuntar que aquellas banderas portaban todas un crespón negro en señal de duelo. Aparentemente no hay razón para que con motivo de esta Fiesta Nacional se haya producido este milagro de las banderas, similar al que obró Jesucristo con los panes y los peces. El único motivo aparente es el llamamiento realizado por Mariano Rajoy para celebrar la Fiesta Nacional sacando a la calle los símbolos de España. Sin embargo, me resisto a creer que tantos ciudadanos hayan obedecido al presidente del Partido Popular. Si en años anteriores no ondearon la bandera, cuesta creer que este año lo hayan hecho porque así se lo pidió un señor con barba que aparece en televisión. Rajoy nos pidió a todos los españoles que festejáramos el Día de la Hispanidad con un gesto que nos identificara como tales. He de confesar que yo no hice ninguno, pues soy muy poco dado a hacer gestos por el mero hecho de hacerlos. En esto me parezco bastante al carácter gallego de Rajoy, aunque últimamente se esté prodigando en hacer gestos de toda clase. Siempre he pensado que ser español y sentirse español se lleva por dentro, en el alma o en el corazón, y que cuando se asume con orgullo no es necesario exteriorizarlo para que otros lo sepan. Siempre he creído que una mayoría de españoles pensaba igual, pues en este país somos poco dados a pasear la bandera y cantar el himno nacional por miedo a que a uno le llamen facha o franquista. Sin embargo, ese rasgo general parece sufrir una metamorfosis vistos los acontecimientos. Ya no hablo de política. En absoluto. Hablo de un cambio social profundo que está haciendo desaparecer los complejos. Así ocurre al menos en Madrid. No sé en el resto de España. Ustedes me dirán. Quizá nos estemos volviendo locos en la capital o quizá es que realmente está cambiando la mentalidad de todos.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito