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SIN ESPINAS

Mis obras o yo

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura2 min
Opinión14-10-2007

Hace unas semanas se cumplieron cinco años de la muerte del cardenal Francisco Javier Nguyen Van Thuan (1928-2002). En plena Guerra Fría y por su condición de obispo en Vietnan, Van Thuan fue encarcelado en 1975 y durante 13 años permaneció encerrado en las cárceles del Vietcong. Nueve de ellos estuvo en completo aislamiento y en ese tiempo nunca fue procesado. Van Thuan fue arrestado poco tiempo después de haber logrado levantar en su diócesis unas comunidades cristianas de enorme fuerza y autenticidad en su fe. Fue un hombre que mantuvo su esperanza y cuya fortaleza y abandono en Cristo le llevó a aguantar en las condiciones más insalubres y solitarias durante muchos años. Eran tan fuertes y evidentes las señales de amor que reflejaba que llegó un momento en el que cada cierto tiempo le tenían que cambiar de carceleros porque estos terminaban pronto haciéndose sus amigos o convirtiéndose al cristianismo. A pesar de su indigencia, todos los días celebraba la eucaristía con unas migas de pan que ponía en su mano. Su mayor desesperación le venía por el hecho de no poder cuidar a la comunidad que Dios le había encomendado y que con su ayuda tanto había florecido. Había conseguido sacar de la “nada” y en un tiempo récord una gran comunidad cristiana que había construido varias iglesias y templos donde los fieles vivían el amor de Cristo con entusiasmo en medio de una situación política muy adversa. Encarcelado, Van Thuan se desesperaba y le preguntaba a Dios por qué permitía que él estuviera encarcelado de una manera tan absurda y sin ser acusado ni juzgado por nada. Su desesperación no terminó hasta que un día recibió en oración unas palabras del Señor: "¿Tú que amas más? ¿Me amas a mí o a mis obras?". En ese momento, Van Thuan comprendió qué era lo importante y se abandonó con confianza en las manos de Dios. Con astucia y a través de pequeños papeles que conseguía reunir pudo comunicarse a través de sus cartas con su comunidad, que siguió creciendo. Estos llevaron a oídos de las autoridades eclesiásticas su penosa situación para que mediaran en su excarcelación. Van Thuan fue liberado en 1988. Tras su liberación, Juan Pablo II le hizo «príncipe de la Iglesia» y como cardenal fue presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz. Falleció en Roma a los 74 años tras una larga y penosa enfermedad. A mediados de septiembre, Benedicto XVI dedicó un discurso a esta gran figura de finales del siglo pasado. El mismo Papa anunció, que se ha comenzado el proceso canónico de su causa de beatificación.

Fotografía de Javier de la Rosa