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SER UNIVERSITARIO

Garzón, Limbo y Purgatorio

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión29-04-2007

¿Y dónde van los niños recién nacidos que mueren antes de haber recibido el bautismo? La pregunta tiene miga y la Iglesia no tiene respuesta certera. Una hipótesis -nunca refrendada dogmáticamente- nacida en el siglo XIII sostuvo que aquellos niños descansaban eternamente en el Limbo, un lugar que no es cielo ni infierno pero que, en definitiva, aleja a aquellos niños de la comunión con Dios. La Comisión Teológica Internacional sostiene ahora que el limbo supone “una visión excesivamente restrictiva de la salvación”, cosa en la que seguramente todos convenimos. No obstante, y tras un exhaustivo análisis, lo cierto es que las Escrituras no dan respuesta definitiva a esta cuestión, si bien aparecen “razones para una oración esperanzada”. Otra cosa sucede con el Purgatorio. De ese sí sabemos, tenemos testimonios y, además, lejos de suponer una visión “restrictiva” para la Salvación, parece más bien una última oportunidad o una tabla de salvación para esa inmensa mayoría de personas que, llenos de buena voluntad, estamos muy lejos de ser santos. Sobre esta cuestión, por cierto, reflexiona María Vallejo-Nágera en su reciente libro Entre el cielo y la tierra. Historias curiosas del Purgatorio (Ed. Planeta). “La Iglesia es supersabia”, dijo la autora en la presentación, donde confesó que su conversión y sus investigaciones sobre las apariciones de la Virgen de Fátima la han llevado a escribir este libro. Sea o no la Iglesia “super”, y aunque los inocentes niños estén salvados y ya en el Cielo, el caso es que conviene reivindicar la existencia y el uso del Limbo, aunque sea con carácter laico, y no precisamente en su sentido restrictivo, sino más bien como solución a decisiones que de otro modo no podrían entenderse. El Limbo sería entonces un lugar similar a Babia (León), ese lugar perdido en el que uno no se encuentra ni a sí mismo; lo cual puede ser atenuante o, incluso, eximente, de determinadas barbaridades. Gracias a este Limbo, por ejemplo, podríamos disculpar a Garzón y sus garzonadas. Si no admitimos que este juez está en el Limbo, ¿cómo explicamos su carrera? Y Pilar Urbano, quien escribió su megalómana biografía, debió redactarla también desde allí. Sólo quien se pasa la vida en el Limbo puede firmar que no hay vínculos entre Batasuna y ANV al tiempo que encarcela a un miembro del PCTV (que consideró vinculado a Batasuna) por hacer precisamente las listas de ANV. Por no hablar de su adoración por el inmaculado González y de cómo ha destrozado las vidas de los “implicados” en los finalmente inexistentes Caso Telecinco y Fraude del Lino. Este juececillo con aires de grandeza o alega que estaba en el Limbo, o se arrepiente muy mucho o el día que se cruce con el verdadero Juez tendrá difícil hasta el Purgatorio.

Fotografía de Álvaro Abellán

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Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach