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PORNOGRAFÍA

¬Nanysex¬ no es acusado de violación, sino de abusos

Por Paula PortasTiempo de lectura1 min
Sociedad09-03-2007

Cometer agresiones sexuales sobre niños y en algunos casos bebés de entre uno y dos años, no constituye violación a juicio del Ministerio Fiscal. Y ello porque Nanysex, Álvaro Iglesias, joven que será juzgado en los próximos meses por estos hechos, no utilizó la fuerza o la intimidación para cometer su crimen.

La operación en la que fueron detenidos Nanysex y otros tres individuos en 2005 puso al descubierto la primera red de violadores de niños en España. Junto a Iglesias, un informático de 23 años que había trabajado como canguro, fueron capturados Eduardo Gómez, un universitario de Lérida y José Gómez, un gallego de 23. Los tres son acusados de practicar sexo con al menos siete pequeños, grabar los actos en vídeo y difundirlos por Internet. Pese a la brutalidad del delito, este ha sido considerado abuso y no violación. La consecuencia de esta consideración legal es que Álvaro Iglesias se enfrenta a una petición de condena de 36 años de cárcel, cuando de haber considerado que existía violación, la condena se habría podido elevar hasta los 76 años. La razón de esta calificación por parte del Ministerio se apoya en que el vigente Código Penal, el de 1995, define la violación como el acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal, siempre que exista "violencia o intimidación". Mientras que en el anterior texto legal, el de 1973, se consideraba violación, además de las cometidas con violencia o intimidación, a las agresiones sexuales contra menores de 12 años, lo cual incluiría el caso Nanysex. El defensor del pueblo, Enrique Múgica, anunció que ha solicitado un estudio urgente para determinar si la actual redacción del Código Penal se ajusta adecuadamente a la gravedad y reproche social que se merecen hechos como los enjuiciados en el caso Nanysex. Ante este panorama queda demostrado que la pornografia y pederastia encuentran en la Red las facilidades para ocultar la verdadera identidad de los usuarios y una vía de libre circulación de miles de sus aberrantes imágenes.

Fotografía de Paula Portas