Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE ESPAÑA

Sentimientos robados

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España04-02-2007

Al final, todo vale en esta España guerracivilista en la que los pueblos vuelven a ser escenario de rencillas personales libradas a sangre y fuego. Asesinatos entre vecinos bajo el falso paraguas de las siglas que más convengan. Todo parece estar permitido en este país cuando una de las dos Españas, además de helarte el corazón, ha de secarte la garganta porque ya al enemigo ni agua. Todo vale cuando hasta los de uno y otro bando intentan apropiarse de los sentimientos más profundos de los españoles. Causa o consecuencia, el enfrentamiento diario entre populares y socialistas deriva en el robo permanente y en la degradación paulatina de términos, usos y costumbres. Lo último ha sido la apropiación indebida del himno nacional español. Ese que desgraciadamente no tiene letra para callarle la boca a más de uno. Así, con su inocente chunda, chunda, sin la capacidad de defenderse, la Marcha Real ha sido objeto del último caso de manipulación. Antes sucedió lo mismo con el lenguaje. El uso intencionado de términos como talante, -da igual si bueno o malo – abrió la veda que dio lugar a dos formas de entender España. En una esquina del ring el buenrollismo antropológico. En la otra el Apocalipsis Now. Al final, ni una cosa ni la otra. Parecido, por descabellado, fue el intento de reinventar palabras como “Paz”, cuya última acepción se ha visto traducida en el aeropuerto de Barajas. Que decir de los intentos por hacer propia la Constitución, las manifestaciones callejeras, el dolor de las victimas, el Pacto por las Libertades… en definitiva, todos los pilares sobre los que los españoles han ido construyendo su democracia y su libertad. Ahora ya nada importa sino es para conseguir el objetivo final. Esos pilares se derrumban y por eso retrocedemos en el tiempo. A aquel pasaje final de Las bicicletas son para el verano en el que el padre le corrige a su hijo y le dice que tras la guerra “no llega la paz, sino la victoria”. En eso último pensaban muchos que el pasado sábado ondeaban su bandera en Madrid en favor de una supuesta unidad. Robando a una mitad los mimos símbolos que durante 40 años robaron otros para marcar la división entre vencedores y vencidos. Ese error se vuelve a cometer ahora pata librar una guerra en la que sociedad asiste como mano de obra barata. Ese juego cruel en el que unos ganan y todos los demás pierden.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio