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VUELOS DE LA CIA

La trama de los vuelos ilegales de la CIA, al descubierto

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura3 min
Internacional04-02-2007

La orden de detención contra 13 agentes de la CIA por parte de la Fiscalía de Múnich ha reabierto un caso en suspense desde hace meses, el de los vuelos ilegales de la Inteligencia norteamericana en suelo europeo. Pese a que las investigaciones avanzan, tímidamente eso sí, muchas son aún las preguntas sin respuesta en torno a estos sucesos.

La red de los vuelos secretos de la CIA tiene su origen tras los atentados del 11-S, en 2001, cuando la Administración norteamericana creó una red de cárceles secretas donde poder enviar a sospechosos de terrorismo saltándose sus derechos y demás incómodos procesos que dilataban su tiempo de actuación. Amnistía Internacional denunció hace algunos meses que Estados Unidos manipulaba contratos de acuerdos comerciales para desplazar sigilosamente a los detenidos. Esa podría ser una de las fórmulas utilizadas por Washington para ocultar los secuestros. Los sospechosos de terrorismo eran diseminados por varios centros de Europa del Este y Oriente Medio, por lo que es de esperar que al menos algún gobierno europeo supiese de la existencia de estas actividades antes de que salieran a la luz. En las cárceles secretas, las Fuerzas de Seguridad norteamericanas podían inflingir a sus detenidos torturas y métodos ilícitos de interrogatorios sin respetar leyes ni convenios internacionales. Pero los aviones que debían trasladar a los supuestos terroristas a los centros de reclusión precisaban muchas veces de hacer escalas por motivos técnicos. Ahí entran en juego las naciones europeas, en muchas de las cuales estos aviones se detuvieron y su tripulación descansó. Al parecer, pese a las especulaciones, los gobiernos europeos desconocían la naturaleza de estos vuelos y no sabían que su objeto era trasladar personas detenidas ilegalmente. Los países implicados más activamente en el caso son Polonia y Rumanía, supuestas sedes de sendos penales secretos, y Reino Unido, Italia, Bosnia-Herzegovina, Suecia, Italia, Turquía y Macedonia con “distintos grados de responsabilidad” no sólo en el traslado, sino también en el secuestro de sospechosos. Además España, Irlanda, Grecia y Portugal mantuvieron “una complicidad activa o pasiva en las entregas irregulares de detenidos” según las investigaciones del Consejo de Europa. La Opinión Pública europea, poco alineada en general con la política exterior norteamericana, quedaba entre la indignación y la sorpresa. España y los vuelos El alcance de las actividades ilegales en España, según las pesquisas europeas, comprende la escala de alrededor de 125 vuelos en diez aeropuertos nacionales: Palma de Mallorca (donde incluso se especula que fuese el lugar donde la CIA tomaba sus decisiones importantes), Tenerife, Valencia, Alicante, Madrid, Barcelona, Málaga, Sevilla, Ibiza y Vigo. Los principales destinos de los aviones que pasaron por aeródromos españoles fueron Iraq, Libia, Guantánamo y Egipto. El propio ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, reconoció poco después de salir a la luz el caso que al menos se habían producido 22 escalas de aviones de la CIA, aunque dio por buenas las garantías que desde Washington aseguraban que no había infringido la legalidad española y que en ningún caso se torturó a los prisioneros. En el terreno legal, la Justicia española está tomando un papel activo en las investigaciones de la trama. El juez Ismael Moreno ha iniciado ya las pesquisas para desvelar si los vuelos norteamericanos cumplían o no con las leyes del Estado. Además, desde la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados se ha emplazado al Gobierno a realizar un exhaustivo informe que recopile toda la información de que dispone el Ejecutivo acerca del caso.

Fotografía de Luis Miguel L. Farraces