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ANÁLISIS DE ESPAÑA

La hora de la sensatez

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España31-12-2006

“Lo que distingue al hombre insensato del sensato es que el primero ansía morir orgullosamente por un causa, mientras que el segundo aspira a vivir humildemente por ella”. Esta frase no pertenece a ningún poeta de siglos pasados, tampoco a ningún escritor famoso. Se trata de una simple reflexión de psicoanalista, según explicó J. D. Salinger en su obra El guardián entre el centeno. Esta peculiar distinción sobre los límites de la sensatez es perfectamente aplicable a los últimos hechos acaecidos en torno al proceso de negociación con ETA. En concreto, a la decisión del presidente Zapatero de “suspender todos los trabajaos encaminados a establecer el diálogo con los terroristas”. La banda ha decidido poner fin a nueve meses de alto el fuego con una furgoneta bomba en el aeropuerto madrileño de Barajas. Ha sido necesario un atentado de grandes magnitudes como este para que Zapatero despierte de su estado ilusorio. Durante los nueve meses de tregua, el líder del Ejecutivo ha actuado como un enamorado que no ve más allá de lo que sus deseos le permiten. Como ese adolescente que es capaz de soportar carros y carretas sólo por el amor de una mujer, aunque ésta no le convenga en absoluto. Todos sabemos que quiere decir eso y lo humillante que puede resultar a veces. En muchos casos, la actitud del presidente ha recordado a la del protagonista de la obra de Salinger, quien sólo pensaba en el objetivo idílico sin reparar en los esfuerzos que éste exigía. El amor es ciego dicen y Zapatero en todo este tiempo no ha sido capaz de ver y afrontar que su máxima de “primero la paz y después la política” podría haberse vulnerado mucho antes del suceso de Barajas. Desde las remesas de cartas al zulo de Amorebieta, pasando por el robo de armas en Francia, las amenazas de Batasuna en sus ruedas de prensa o las de ETA en sus comunicados, así como la kale borroka o las coces de Txapote y compañía. No obstante, esta vez ETA ha llegado demasiado lejos. Ha hecho falta que dos personas puedan haber perdido la vida bajo los escombros de la explosión. Podría haber sucedido antes, pero ha sido ahora. Y el Gobierno podría haber salido con alguna excusa, podría haber propuesto una nueva verificación (ya serían tres), o peor aún, podría haber hecho como Otegi. Desgraciadamente, más vale tarde que nunca y Zapatero ha decidido dar marcha atrás. Fue bonito mientras duró. Otra cosa habría sido morir definitivamente por la causa. La diferencia con la cita inicial es que, en este caso, habría sido más por orgullo que orgullosamente. Zapatero deberá tener esto en cuenta de cara a la puerta que, seguramente de manera intencionada, ha dejado abierta al negarse a dar por roto el proceso. Y es que a partir de ahora se abre una fase si cabe más decisiva que la anterior en lo que a la lucha contra ETA se refiere. Es momento de que, tanto unos como otros, acepten los errores cometidos y sean capaces de aprender de ellos. Las fuerzas políticas tienen el deber de dejar a un lado los intereses partidistas que han imperado hasta ahora. Aparcar los sueños imposibles, el “ya te lo advertí” del PP, que nunca lleva a nada y, por su puesto, olvidándose de que el Gobierno tenga que pedir perdón por haber intentado acabar con ETA tal y como plantearon la víctimas. Es la hora de la sensatez, es decir, la hora de que todos se dediquen a trabajar humildemente por la causa.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio