ANÁLISIS DE DEPORTES
Calor, deporte y salud, quién lo diría
Por Roberto J. Madrigal
2 min
Deportes31-12-2006
Celebrar la Navidad lejos de España por primera vez, a diez mil kilómetros de la familia, con un calor que puede llegar a ser asfixiante –todo el día por encima de los 20 grados, pero con la sorpresa de que en cualquier momento puede llegar una soberana tromba de agua–, es una experiencia que ayuda a encontrar la esencia del momento, por qué celebramos y qué se celebra. El momento de acogida, de compartir con la familia la víspera de la Navidad, no tiene fronteras. Incluso, con un grupo de españoles, la memoria de los villancicos aprendidos en la infancia adquiere un valor insospechado. A partir de ahí, por supuesto, existe un interesante choque cultural. Por ejemplo, las calles no están decoradas con la profusión de esos adornos vacíos de sentido que se produce en España –afortunadamente– y los brasileños, que se toman la vida con mucha menos prisa, dejan las compras para el último momento, esperando a que los precios caigan. A pesar de la convivencia de religiones y sectas, algunas de muy dudoso calado moral, y a pesar de la influencia sajona, del concepto mercantil del Papai Noel, continúa existiendo una gran cercanía. También la nochevieja, igualmente festiva, presenta un estilo sorprendente. El clima húmedo y sofocante de Rio de Janeiro y la aglomeración de personas en la playa de Copacabana, hasta el punto de verse metido como en una caja de zapatos –de modo muy similar al carnaval–, son un interesante contrapunto. Quizás ahí se reconozca, al margen de los tópicos sobre el carácter latino y otras similitudes, la querencia de los brasileños por el deporte. O más bien, por cuidarse. Sea o no el tópico del culto al cuerpo, a la sensualidad propia de las latitudes tropicales. Ahora bien, mientras que los hombres –generalmente poco altos– suelen ser delgados, sin tanto afán por la musculatura como algunos ejemplares de los países desarrollados, el canon de belleza para las mujeres se acerca más a lo saludable. Aunque a casi todos les gusta malhar, esto es, visitar con frecuencia los gimnasios –ya sean negocios o algunas salas con aparatos que las comunidades de vecinos suelen tener, en las áreas de clase social más alta–, y mantenerse en un buen estado de forma, si no para ser atletas, sí al menos para mantenerse saludable. Junto con una alimentación muy rica en carne, pero también en verduras y verduras –sólo falla, generalmente, el pescado–, y en todo caso moderada en cantidad, y un estilo de vida en que abundan las sonrisas, el optimismo, no es un mal modelo para hacer buenos propósitos en el nuevo año. Feliz 2007.
