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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

La noche más corta

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad26-06-2006

¡Si san Juan levantase la cabeza! El pobrecillo pediría directamente uno de esos martirios habituales del siglo primero de la historia. Y eso que el hombre lo pasó mal, pero quizás no tanto como ahora cuando llega cada 24 de junio y con la excusa de su recuerdo se olvida el por qué y el para qué de la fiesta para reinventarla en forma de borracheras y, digamos, “puntos suspensivos”. San Juan también fue joven. Ahora, a su edad, ya preferiría el buen hombre asomarse mejor por esa rendija de luz que la fecha de su efeméride esculpe en la piedra de la bonita iglesia burgalesa de san Juan de Ortega. Allí, en cambio, es todo humildad, sosiego y sencillez. Y el peregrino que camina a Santiago encuentra, en vez botellón (y puntos suspensivos) unas sabrosas sopas de ajo por gentileza de un sacerdote. Sí, señores, un cura de esos que merecen, por lo menos, salir en muchos libros y de los que, sin embargo, no hay ningún Código da Vinci que esté a la altura de su bondad. Estas cosas no merecen interés para las novelitas de nuestra querido marketing. Y san Juan sigue como si nada, animando la fiesta en Alicante y demás puntos de España, aguantando el tipo, como ya lo hizo cuando se le hizo el encarguito de cuidar de quien parió a Dios. En la tierra de María que espera al Papa Benedicto, muchos pueblos sólo recuerdan el nombre del santo –y de su Jefe y demás colegas- para el botellón y los puntos suspensivos. Y ahora va a resultar que ni es bueno celebrarlo con toros, esos de los que presumen las banderas rojigualdas que ondean en la Centroeuropa triunfal que predijo Nostradamus y que en la propia piel de toro ni quieren que sean rojas ni gualdas, ni que la fiesta que rodea al animalejo sea un asunto de interés general. ¡Si hasta santa Teresa hizo el milagro con el primer abuelo de los miuras! En la era de las prisas, la ciencia -depende cual-, las injusticias para los mismos y el relativismo creer en profecías está de moda. Quizás Nostradamus pueda recuperarnos los puntos que perdamos una noche de borrachera al coger el coche. Si hasta el carnet por puntos le ha quitado protagonismo a san Cristobal. Cuando uno juega con fuego lo de menos es quemarse los pies por llevar a la parienta a cuestas y danzar de esta guisa sobre las brasas.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo