ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Dios, de vacaciones
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad09-04-2006
¿Se imaginan a Jesucristo vestido de nazareno con un capuchón traspirable? Es inconcebible. Será que Dios no existe. Apenas hace un año veíamos por televisión a un Papa anciano que con su sufrimiento hacía suya la cruz. Y cómo nos quejábamos de ver el dolor, en estos tiempos descafeinados, sin azúcar y sin principios. Escocía el ejemplo de aquel Wojtyla que iba contracorriente. Hasta los incrédulos rezan cuando creen que el avión que les va a llevar a su destino de vacaciones se va a caer. ¿A quién dirigen sus plegarias, si Dios no existe? A estas alturas de la Historia -que contamos a partir de cierto nacimiento- aún hay enfermedades que la ciencia no ha podido curar. Pero también existen curaciones e incógnitas que la ciencia no puede explicar. Al hombre contemporáneo también le escuece en el orgullo la imposiblidad de entenderlo todo. Y el hombre contemporáneo sigue sumido en sus miedos y en su egoísmo, en su materialismo y en su insensatez. Tanto que dice que no existe Dios para luego echarle la culpa de aquello que no salió según sus deseos de individuo caprichoso. A ver si va a ser verdad aquello de que Dios está en lo escondido. Por eso tampoco viene del todo mal que haya quienes le quieran ocultar aún más, y no le quieren ni en los libros, ni en las escuelas, ni en los hogares; y quieren que, de ser, sera un Dios de viejos, no de jóvenes, de bobos y no de inteligentes, de perfectos y no de pecadores. Ante este panorama ¿quién se plantea la existencia de Dios? Pero, un día de estos, después de la particular procesión de las carreteras, frente al horizonte de la playa, sobre la hierba fresca o en el raro silencio de la noche, quizás estemos a punto de descubrir la verdad: que Dios no está, que en realidad lo hemos mandado de vacaciones con billete de ida. De ahí que la Dirección General de Tráfico haya copiado la idea de su última campaña. Lo de plantearnos la muerte cercana para que estemos en guardia lo dijo Jesucristo hace dos mil años. ¿Tanto tiempo puede estar Dios sin existir?
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo