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ANÁLISIS DE DEPORTES

Tecnología sí, pero tradición también

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes09-04-2006

Aunque tampoco sería como para aferrarse a la tradición y defender los torneos que se disputan en campos más ratoneros, no cabe duda de que la mención de los organizadores de Augusta al espíritu de Bobby Jones, el mismísimo creador del campo, resulta exagerada y sólo debe tomarse en cuenta al hilo de la necesidad de cambiar el campo a las circunstancias de los competidores y de cada época. Sin embargo hasta Tiger Woods, uno de los favoritos a la victoria, que sería la undécima de un Grand Slam en su carrera, se mostró crítico con los cambios efectuados en el campo, básicamente el alargamiento –retrasando los tee de salida– de seis hoyos, lo que convierte al campo en más estrecho y difícil de controlar para quienes no tienen una gran capacidad de golpeo, pues se complica enormemente la posibilidad de terminar el recorrido por debajo del par, sobre todo cuando el clima seco saca a relucir la dureza de los green, que hace muy complicado conjugar la potencia y el control de los golpes. La reconversión obligada de muchos jugadores, que una vez consolidados deben afrontar cambios en su swing, pasar muchas horas en el gimnasio, es el precio que se paga por mantener el negocio de un deporte elitista, que conjuga intereses a menudo contrapuestos : organizadores, patrocinadores… y apenas los jugadores de renombre, que promueven y mantienen el negocio, y que pueden pedir grandes contraprestaciones y beneficios para acudir a los torneos que ellos deciden. El resto son, por decirlo mal y pronto, parias. El debate de Augusta, con todo, no es nuevo, pero sí es la punta de lanza de una tendencia imparable –en tanto que atañe a un torneo mítico y, sobre todo, cargado de tradiciones–: la ampliación de los límites de los jugadores, con golpes de más de 270 metros, con la ayuda de la investigación: los palos y bolas que emplean los jugadores son verdaderas armas surgidas de los laboratorios. Tal vez sea necesario replantearse el modelo deportivo de los circuitos profesionales, de los cuales los más importantes son el europeo y el americano. Aunque éstos son un mundo muy complejo, pues sus jugadores apenas coinciden en los majors y en competiciones puntuales de prestigio, como la Copa Ryder. Sería una lástima que el golf perdiese la parte que de inspiración y habilidad tuviese: al fin y al cabo, el control de los golpes, la técnica y la visión del campo, más que la fuerza y la tecnología, son los que hacen del golf un deporte único.

Fotografía de Roberto J. Madrigal