SIN CONCESIONES
Enroque con Rubalcaba
Por Pablo A. Iglesias3 min
Opinión08-04-2006
El enroque es un movimiento de ajedrez con evidente carácter defensivo. Consiste en llevar al Rey a una esquina y protegerlo al menos con una de las torres. Zapatero no es muy aficionado a la ajedrez. Prefiere el baloncesto. Sin embargo, las modificaciones que ha introducido en el Gobierno son lo más parecido a un enroque. El presidente ha optado por arrinconarse junto a sus piezas más importantes una vez que ha perdido la mejor figura. José Bono era el ministro más valorado del Ejecutivo. Sin embargo, es el primero en marcharse. No lo echan, abandona. Bono esgrime excusas personales pero dimite por las fuertes discrepancias que siempre ha mantenido con Zapatero. Bono es monárquico, católico y cree profundamente en la insoluble unidad de la nación española. En cambio, Zapatero se proclama republicano, laico y prefiere un estado español plurinacional. Demasiadas diferencias para dos piezas de ajedrez que jugaban con el mismo color. La renovación de ministros ha causado sorpresa tanto por el fondo como por la forma. Las apuestas apuntaban a Elena Espinosa (Agricultura), María Antonia Trujillo (Vivienda) y Miguel Ángel Moratinos (Exteriores) como favoritos para ser sustituidos. Los tres acumulan multitud de motivos como para haber sido cesados hace ya mucho tiempo. Pero siguen. En cambio, el que se va es Bono. Zapatero se queda así sin el ministro más valorado por los españoles. Sin Bono, este gobierno gusta menos. Zapatero se ha quitado de en medio a un ministro disidente y se rodea de dos torres políticas como Alonso y Rubalcaba. Todo un enroque. Toño, su amigo de la infancia, queda al frente del Ministerio de Defensa (incluidos los servicios secretos). El Ministerio del Interior recae en manos de un perro viejo que ha prestado eficientemente infinidad de favores al rey de esta partida de ajedrez. De no ser por Rubalcaba, Zapatero no sería presidente. Fue él quien fraguó el Pacto Antiterrorista con Aznar y fue él quien el 11-M diseñó una excelente trama de comunicación para que los ciudadanos culparan al Gobierno de los atentados. Rubalcaba ha luchado durante estos dos años como un valiente peón en primera línea de combate. Ha frenado a la oposición, ha pactado los Presupuestos Generales con los independentistas de Esquerra Republicana y ha limado las inconstitucionalidades del Estatuto de Cataluña. Ahora regresa a la retaguardia para proteger a Zapatero en la más delicada de las contiendas: la negociación con ETA. Resulta curioso que, quien fue portavoz del Gobierno con Felipe González durante la etapa del GAL y tuvo que dar la cara por saltarse la ley en la lucha contra el terrorismo, va a tener que dirigir ahora la negociación con los asesinos para buscar un fin dialogado de la violencia. El nuevo ministro del Interior es un maestro de la mentira, el engaño y la traición. Hasta los compañeros socialistas temen sus artes. Con frecuencia, susurran: "Cuidado con Rubalcaba, giras y te la clava". Es un político tan brillante como inteligente, de los que ya no quedan. Su hábil oratoria le convierte en la persona perfecta para convencer, como a rebaños, a los ciudadanos de la necesidad de un acuerdo con ETA. Rubalcaba es capaz de defender lo indefendible y capaz de vender por millones lo que nadie compraría. Es la mejor torre a la que podría recurrir Zapatero en este momento tan delicado de la partida de ajedrez. No podría encontrar en el PSOE mejor escudero. Aunque ni siquiera Rubalcaba garantiza el éxito de semejante empresa. Frente a la Verdad, torres más altas han caído.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito