Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

SER UNIVERSITARIO

El general que conquistó Bután

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura3 min
Opinión02-04-2006

La tentación fundamental del columnista es caer en el sermón fácil, la opinión de moda, el error propio de su tiempo y la soberbia de quien habla y habla sin ser jamás corregido o contestado. Es la arrogancia de quien no encuentra como límite frente a su discurso a un buen tertuliano. El problema de las columnas es que son monólogo. De ahí que agradezcamos tanto las opiniones de nuestros lectores, que suponen siempre retos y re-encuentros con la realidad. De ahí, también, que sea bueno que de vez en cuando echemos la vista atrás y veamos qué escribíamos hace algún tiempo y cuánto de aquello nos parece ahora razonable, absurdo, pasado de moda, actual, etc. El anuncio del rey de Bután de abdicar en 2008 me ha dado la oportunidad de recordar una de mis primeras columnas en LaSemana.es: ¡Que viene la tele!. Llegaba el verano del 99 cuando el rey de Bután, Jigme Singye, en el 25 aniversario de su coronación, decidió abrir las fronteras de su país a la televisión y a Internet. Aquel regalo que hizo a sus súbditos estuvo acompañado de un discurso tan fácil de pronunciar como de predecir su inutilidad: “Estos medios pueden ser buenos o perjudiciales. Confío en que sepáis utilizar con sentido y buen juicio Internet y la televisión”. Hoy, casi siete años después, releo con cierto pesar mis palabras de entonces. El índice de violencia crece a ritmos hasta entonces desconocidos: alcoholismo, peleas callejeras, pandillas juveniles criminales, embarazos no deseados entre adolescentes, violaciones, consumismo, robos, droga… También se ha incrementado el número de familias rotas que rompen el corazón y el tejido social. Las tradiciones entran en crisis y son vapuleadas por una moda cambiante que desorienta a los jóvenes -el 70 de los ciudadanos es menor de 18 años-. Las conversaciones de taberna entre amigos y compañeros de trabajo dejaron paso a la soledad de los salones cuyo centro es la televisión a la hora de la serie favorita. Quienes hacen una lectura amable de la llegada de la televisión a Bután contraponen otra serie de avances que equilibran la balanza: Bután ha pasado de estar en la Edad Media a estar en el mundo actual; ya saben lo que pasa en el resto del mundo y cada vez tienen una mayor economía de mercado; la economía nacional crece a un índice nunca antes conocido y empiezan a ser habituales los teléfonos inalámbricos, los coches de gasolina, las carreteras de doble sentido, etc. Cuando leo los progresos de Bután en estos años, busco con verdadero interés algo que de veras haya hecho mejor la vida de los habitantes de aquel rincón del mundo. Pero no lo encuentro. No sólo es que los avances sean incomparablemente menos valiosos que los retrocesos sociales antes mencionados. Es que ni siquiera veo qué utilidad real tienen esos aparatos para ellos. Son nuevos esclavos de unas modas, tecnologías y usos que jamás necesitaron para ser libres. Aquel reducto de Oriente ha sido sometido por lo peor de Occidente y el general que ha logrado la conquista no ha sido otro que la televisión. El mundo rinde ya tributo a un solo amo. ¿Quién queda para liderar la resistencia?

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach