ANÁLISIS DE DEPORTES
Huelgas a la española
Por Roberto J. Madrigal2 min
Deportes02-04-2006
La casi huelga de los árbitros de la Liga es otro de esos episodios que invita a pensar que otro gallo cantaría en el fútbol español si las instituciones fueran mínimamente responsables y se preocuparan más por defender sus intereses comunes que por andar con dimes y diretes en sus disputas. El caso es que para solucionar el pago de un dinero que la LFP tenía y estaba dispuesta a pagar, la RFEF no aceptaba –y devolvió– y los árbitros no querían recibir directamente en sus cuentas corrientes, para no vérselas con las retenciones de Hacienda –como si su retribución no fuera ya suficientemente golosa por el trabajo que desempeñan y cómo lo desempeñan–, tuvo que mediar incluso el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky. Los árbitros, que debieran estar más preocupados de ser eficaces en su trabajo, porque no tienen más imaginación que dejar de trabajar para reclamar el cobro de pagos atrasados. Por si acaso, cuando ya estaba firmado el acuerdo entre la Federación Española (RFEF), aún tuvieron la poca vergüenza de amagar con no sumarse a él y retrasar la solución a la disputa. La RFEF, porque se empeña en no resolver sus rencillas con la Liga de Fútbol Profesional (LFP), porque su presidente, Ángel María Villar, se preocupa más por medrar en su cargo en la FIFA y desatiende los asuntos internos de su institución, y porque el presidente del Comité de Árbitros, Victoriano Sánchez Arminio, es otro de los aferrados a su sillón y hace bien poco más allá de pedir dinero y no solucionar los problemas de su departamento. La LFP, que preside José Luis Astiazarán, por la dejadez para cumplir a tiempo los compromisos que le exige el convenio arbitral con la RFEF y por la mala gestión económica –que hizo considerar la posibilidad de suspender pagos– de una competición que, por mucho que se diga, no está a la altura de los ingresos que se supone debe conseguir el llamado deporte rey. Y así, suma y sigue. El precedente, visto lo visto, será indicativo de que el follón que se avecina en las jornadas finales de la Liga –el de todos los años, el de las idas y vueltas con los maletines de las primas a terceros– será lo de siempre. Es decir, que cuando el río suena, agua lleva y que, aun siendo ilegal y punible, nadie hará nada por evitarlo.