ANÁLISIS DE LA SEMANA
Excelentísima política rosa
Por Amalia Casado2 min
España12-12-2004
El mismo Gobierno cuyas ministras protagonizaron el reportaje en Vogue vestidas de lujo sobre pieles a la puerta de La Moncloa es el Gobierno que ahora quiere promover, mediante un Código del Buen Gobierno del Gobierno, la austeridad en el uso del poder: “evitar toda manifestación externa inapropiada u ostentosa que pueda menoscabar la dignidad con que ha de ejercerse el cargo público”. Lo de que se predica con el ejemplo debe ser algo desconocido para estos señores y señoras. Pero como lo de Vogue ya forma parte de la memoria del olvido, ahora han decidido que los ministros ya no son excelentísimos. Un buen lavado de cara para este Gobierno del talante que sigue gobernando desde la pura apariencia, con golpes de efecto y marketing vacío, me atrevería a decir, hasta de buenas intenciones. La mujer del César, ante todo, tiene que parecerlo, y si es una lagarta disfrazada de paloma poco importa: como ya no es excelentísima, ya es austera y buena. Lo importante es eso: el golpe de efecto. El PSOE ha encontrado una buena forma de entretener al pueblo: la política rosa. Mientras el señor Pedro y la señora Mariana discuten sobre si excelentísimo sí o no, sobre si reportaje en Vogue sí o no, sobre si el pelo de Zapatero sí o no, el Gobierno hace y deshace a su antojo otros asuntos más difíciles de discutir en la sobremesa, llevando el país a descoyuntarse sin escándalo por la anestesia de la política rosa. Y sí hay escándalos. Es escandalosa la reforma en el nombramiento de los jueces. Las formas han sido indignas, pues se han forzado las votaciones hasta lograr la aprobación. Los intereses son indignos: serán los representantes de los nacionalistas en el Consejo General del Poder Judicial los que tengan el voto decisivo en los nombramientos. El PSOE ha conseguido que la Justicia se convierte en un nuevo mercado donde PSOE e independentistas trapichean sus deudas y se pagan sus apoyos. El Código del Buen Gobierno, pura palabrería. Era previsible que los nacionalistas no asistieran al la celebración del 26º Aniversario de la Constitución. No por previsible es menos escandaloso, pero con creces lo supera que el Rey, jefe del Estado, visite el País Vasco mientras su anfitrión, Ibarretxe, ultima en su pérfido Plan secesionista un asalto a la monarquía. Las últimas enmiendas al Plan usurpan al Rey de España la capacidad para conceder indultos y para nombrar al lehendakari, dos competencias que le corresponden en exclusiva al Jefe de Estado. Un escándalo tan enloquecedor como que el Rey se despida anunciando que visitará el País Vasco siempre que el lehendakari le invite. El Gobierno de la nación, por supuesto, ni palabra ante la ofensa, demasiado ocupado en hacer excelentísima política rosa.
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Amalia Casado
Licenciada en CC. Políticas y Periodismo
Máster en Filosofía y Humanidades
Buscadora de #cosasbonitasquecambianelmundo