Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR

La ciencia de Salgado

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión05-12-2004

La ministra de Sanidad, Elena Salgado, pasea sus modelos políticos y de vestuario por los distintos periódicos nacionales. Reparte píldoras informativas, de esas que no sirven para mejorar la salud pública, sino para debilitar la higiene mental de los ciudadanos. Tal vez el desfilar en solitario sirva a las ministras para quitarse esa imagen superficial ganada a pulso de Voge, pero, cuando abren la boca, confirman el peor prejuicio que pudo nacer con aquellas fotos o con el hecho de que sean ministras por el simple hecho de rellenar cuota. Insiste Salgado en El Mundo, por ejemplo, en que “la ciencia avanza cuando no se le ponen barreras artificiales”. Por “barreras artificiales” entiende Salgado los reparos de quienes consideran que la ciencia tiene un límite: el respeto a la vida humana. Parece olvidar esta buena mujer que la ciencia, más que un impulso natural frenado por “barreras artificiales”, es precisamente un camino artificial para superar barreras naturales. Y, algunas barreras, señora ministra, por muy poderosa que sea la ciencia, no conviene romperlas. A quien no le llegue el sentido común para reconocer esto, que repase la experiencia científica llamada nazismo. En Abc, destaca Salgado que respeta mucho a la Iglesia católica, pero no a la jerarquía -¿Desconocimiento o ganas de manipular?- y que si bien los obispos pueden dar claves de “moral privada” para sus fieles, no tienen ningún derecho a sostener afirmaciones científicas sobre “salud pública”, porque en eso manda la ciencia. La menestra mental de la ministra le viene del falso dogma moderno de que la moral es privada y particular y nada tiene que ver con la dimensión pública. Ignora, así, la evidente dimensión moral de todos los actos públicos. En efecto, la Iglesia -o cualquier defensor de los derechos humanos- tiene mucho que decir sobre el uso de los descubrimientos científicos. No para poner barreras artificiales a la ciencia, sino para recordar qué barreras naturales -como la de la vida humana, la dignidad de la persona, etc.- no debe romper artificialmente el científico amoral o inhumano. Debería dar gracias la Salgado de ciertas barreras que ha tenido la ciencia hasta ahora. Porque si hoy, en lugar de un ministerio, ocupara el vientre de una madre adolescente, tendría muchas menos oportunidades de vivir que cuando realmente nació. La diferencia es que como embrión no podía ni abrir la boca para gritar por su vida; y como ministra, puede pasear modelitos y vocear estupideces en cualquier medio de comunicación.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach