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ANÁLISIS DE LA SEMANA

Virus

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad05-12-2004

Mencionar la palabra sida es como hablar del demonio. Da reparos. Da miedo. Da asco. Pero no querer hablar de ello no va a solucionar el problema que afecta a 40 millones de personas en todo el mundo. En España se calcula que podría haber hasta 150.000 afectados por esta peste del siglo XXI, que no necesariamente tiene por qué ser mortal. Y eso lo saben pocos. Si no, quizás no les daría tantos reparos, tanto miedo ni tanto asco. El virus de la desinformación y del tabú ocasiona más heridas. Pero, a diferencia del virus de inmunodeficiencia humana -que puede desencadenar en sida-, para la ignorancia sí que hay antídoto: información y acercamiento a quienes lo sufren. Esto lo saben muy bien quienes no tienen ningún problema para remangarse y ayudar al prójimo. Los voluntarios que trabajan en el ámbito del sida dicen que todos podemos ayudar, aunque no todos tengamos actitudes y aptitudes para dedicarnos a la atención de los enfermos. Hay muchas cosas por hacer para mejorar el mundo y cada uno podemos hacer una cosa distinta, todas igual de valiosas. Muchos problemas afectan a la sociedad contemporánea y muchos tendrían solución con un poco de ganas de ayudar. Cada vez más jóvenes y de menor edad buscan la alternativa a la falta de valores en las drogas, mientras algunos colectivos pierden un tiempo precioso que compartir con sus hijos debatiendo sobre la legalización o no, del consumo en público o no de las drogas, aceptadas o no por la normativa. Qué más da. Parece que hemos llegado a un momento en el que los derechos de unos pocos, por muy gritones que sean, pesan más que el derecho de otros pocos, que saben que están en paz con la sociedad y consigo mismos pero no gritan tanto. Ni insultan, ni calumnian. El virus de la ignorancia sigue afectando a nuestra sociedad. Uno de sus síntomas más claros es el atrevimiento.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo