Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

SIN CONCESIONES

La democracia de las minorías

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión21-11-2004

El resultado de las elecciones del 14-M fue claro. Ganó el Partido Socialista. Al margen quedan las interpretaciones sobre la influencia del atentado del 11 de marzo. Zapatero venció en las urnas y adquirió el encargo de gobernar. España dio la bienvenida a otra forma de dirigir las instituciones, otras ideas y otros compromisos electorales. Crear un Ministerio de la Juventud, autorizar el matrimonio entre homosexuales, reducir el IVA de los libros, lograr la paridad entre ministros y ministras... Parte del programa ya está cumplido mientras otra resulta imposible de cumplir. La paradoja de un sistema democrático surge cuando quien gobierna no es quien más votos tiene. Así ocurrió la anterior legislatura en Estados Unidos con George W. Bush. Pero peor aún es cuando quien marca el camino de gobierno es un partido minoritario. Así ocurre en España. Quien manda no es Rodríguez Zapatero sino Esquerra Republicana de Catalunya. Un señor de bigote y con pinta de Mario Bross impone al Gobierno sus caprichos. Un día promete aprobar los Presupuestos Generales de 2005 y al siguiente exige más, más y más. Luego respalda las cuentas públicas en el Congreso y chantajea al Gobierno para votar en el Senado. Años atrás criticaban a Xabier Arzalluz o Jordi Pujol. Pero el mayor de todas las sabandijas y sanguijuelas es Josep Lluis Carod-Rovira. Con personajes así no sirven ni talante ni talento. Sólo se le puede hacer frente con más criterio y principios firmes. Pero el de Zapatero es el Gobierno de las incoherencias y rectificaciones. Tan pronto defiende la oficialidad en Europa de la lengua valenciana como la reduce a una mímesis del catalán. Lo de menos es lo que opine Zapatero. Si Carod-Rovira lo reclama, el Gobierno defiende lo mismo que Esquerra Republicana. Al fin y al cabo, rectificar no sólo es de sabios sino que el presidente lo considera "un arte". Si es por corregir al Gobierno, quién mejor que una vicepresidenta de Valencia para aclarar que el valenciano es lo mismo que el catalán. ¡Toma ya! Así que, si Zapatero está dispuesto a claudicar a todo aquello que le exige Carod-Rovira, lo mejor que podría hacer es dimitir para que el líder independentista presida España. Eso sí que sería el colmo de la democracia. Aunque, en facto es lo que ya ocurre. La española es una falsa democracia. Quien gobierna de verdad son las minorías.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito