SIN ESPINAS
Impotencia
Por Javier de la Rosa1 min
Opinión24-10-2004
En Iraq se sigue viviendo una GUERRA. Una lucha armada sin cuartel en la que los contendientes están dispuestos a matar porque han decidido morir en ella si hace falta. Es la guerra en estado puro, sin paliativos, sin limpieza ninguna, sin excepciones ni verdaderas novedades respecto de otras anteriores. Es el fracaso de una política, de unos dirigentes, de una sociedad de naciones, de la humanidad del hombre. Es la victoria del MAL que hay en el mundo, concentrado en un punto más del planeta donde reina la injusticia y donde los hombres asesinados ya no son siquiera argumentos para luchar por la paz. Un reguero de muertos cada día -niños, mujeres, padres y hermanos- son el gesto de presión de un terrorista que trata de arrancarle votos al que considera su verdugo electo al otro lado del planeta. Y aquí, en casa, frente al ordenador, uno encaja en su mandíbula el puñetazo helado del sin sentido, el que te da la imagen de los casi 70 asesinados a sangre fría con un disparo en la cabeza. Y a nosotros nos afecta como cuando vemos la lista de Schindler: sólo hasta que llegan los títulos de crédito o se cambia de información. En la siguiente, la presentadora esboza su sonrisa más estudiada porque de Iraq ha pasado a hablar de las corridas de toros en China. Y aquí en casa frente al ordenador ¿qué puedo hacer ante este panorama? La monstruosidad del horror evidencia mi pequeñez y me paraliza apenas después de haber movido un dedo para intentar que mi mundo sea mejor. Mi grito mudo y afónico de impotencia solo retumba en mi interior, no llega más lejos que un palmo de mis narices: ¡PAZ! ¡Basta Ya! ¿Qué puedo hacer yo para evitar tanto desastre? ¿Qué es lo que está en mi mano?