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CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR

El Ministerio de la Verdad

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura3 min
Opinión24-10-2004

El récord de rectificaciones del Gobierno lo ostenta el Ministerio de la Vivienda, de María Antonia Trujillo. La culpa no es de esta bienintencionada mujer, cuyo único logro computado hasta el presente es completar dos cuotas en el Gobierno: la de mujeres ministras y la de influencias de su mentor, el barón Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Sólo aquí los números, cupos y actuaciones cuadran. El responsable de la existencia de este Ministerio -supongamos que existe, aunque aún no tiene sede ni funciones ni competencias y de él sólo conocemos presupuesto y palabras que se lleva el viento-, el responsable, digo, es el quijotesco Zapatero. Nuestro presidente ejercitó ese talante tan suyo de prometer sin pensar; y, en ese intermezzo que la naturaleza, siempre sabia, nos otorga entre la decisión y la ejecución, se reafirmó en aquello de sostenella y no enmendalla. Varios meses -y media docena de declaraciones contrarias a dicha propuesta- después, ganó las elecciones y decidió seguir adelante. El Ministerio cumple siete meses de vida, pero la situación de la vivienda en España es exactamente la misma. El Gobierno se ha dado cuenta ahora de que las competencias en vivienda son de las Comunidades Autónomas y de los Ayuntamientos, con lo que apenas tiene competencias. También ha descubierto que resulta imposible adquirir suelo para los 180.000 pisos de protección oficial al año; por lo que tales pisos se han reconvertido con talante y monólogo en meras “actuaciones”. Así, Trujillo decidió presentar un “plan de choque”, para resarcirse de su impotencia pasada, pero resulta que dicho intento no tiene asignado presupuesto para el 2005. El nuevo talante exige que las acciones rápidas y contundentes se apliquen con año y medio de retraso: sin prisas, no sudemos sin necesidad, que aparecemos crispados en el Vogue. Zapatero parece ahora plantearse la utilidad de este Ministerio. Lo más difícil al eliminarlo es la pérdida de cuotas. Deberá favores al barón Ibarra y habrá de expulsar a otro ministro para empatar de nuevo en esta falsa guerra de sexos. Desde aquí me gustaría proponerle una solución mejor: crear el Ministerio de la Verdad, aquel que en el 1984 de George Orwell se encargaba de re-escribir la historia retocando libros, periódicos, monumentos e inscripciones antiguas, para así dominar el discurso presente anulando la memoria colectiva, que tanto poder tiene para la configuración e identidad de un pueblo. Con Trujillo al frente del Ministerio de la Verdad, las rectificaciones constantes en aras de la confusión y la desmemoria cobran pleno sentido. Además, la ministra podrá coordinar y centralizar todas las acciones supresoras de la historia, como la propuesta hace unos días: suprimir las cuatro cabezas de moros decapitados del escudo de Aragón. Lo próximo, las cadenas de Navarra. Después, eliminar al patrón de España, Santiago Matamoros. Así podrán enseñar en los colegios que los islamistas siempre han sido nuestros amigos y hermanos y que sólo han derramado sangre en esta tierra desde la segunda guerra de Iraq, cuando un señor muy malo y con bigote llamado Aznar nos metió donde no nos llamaban. ¿O alguien lo dudaba?

Fotografía de Álvaro Abellán

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Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach