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Colaboración por los tres costados: central, vasco y catalán

Por La SemanaTiempo de lectura3 min
España28-08-2001

Entre desarticulación y desarticulación –han sido dos, la del comando Buruntza y la del comando Barcelona, y la última aún sigue dando frutos- se han sucedido los encuentros entre políticos y representantes de los cuerpos de seguridad: de los centrales, de la Ertzaintza y de los Mossos d’esquadra.

Después de la desarticulación del comando Buruntza se reunieron en Vitoria Pedro Morenés, el secretario de Estado de Seguridad, y Javier Balza, consejero vasco de Interior. Lo mismo sucedió cuando se procedió a la desarticulación del comando Barcelona, encuentro al que acudió el consejero de Interior catalán, Xavier Pomés. Pero estos encuentros, a los que acuden expertos de los cuerpos policiales –del Estado y autonómicos- tienen un principio, un origen. Y todo comenzó en agosto, en plenas vacaciones de verano. Mariano Rajoy -Ministro de Interior- y Javier Balza -Consejero de Interior del Gobierno vasco se reunieron el 3 de agosto. El objetivo: colaboración policial y política para que la lucha contra ETA sea más eficaz. Aunque la dinámica de colaboración comenzó entonces, era el penúltimo día de julio cuando se encontraron el presidente del Gobierno José María Aznar y el lehendakari vasco, Juan José Ibarretxe. Un encuentro que puso de manifiesto las diferencias entre ambos, que llevaban trece meses sin mantener una conversación oficial que se reclamaba constantemente desde los partidos de oposición, y que, a pesar de no dar frutos visibles, se valoraba en el entorno político como “satisfactorio” por el talante respetuoso que presidió el acto. Aznar, eso sí, acusó a Ibarretxe de retrasar el encuentro entre Javier Balza y Mariano Rajoy cuyo objetivo debía ser la coordinación entre ambas administraciones para luchar contra ETA y el terrorismo callejero. Hubo presión, y Rajoy y Balza se encontraban menos de una semana después. Fue el 3 de agosto. El ministro de Interior presentó un plan de acción contra la violencia callejera, que consideraba prioritario, pero sobre todo insistió en que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad deberían estar más presentes en el País Vaco para participar en la lucha contra ETA. Balza se negaba a aceptar mayor presencia de efectivos de seguridad del Estado en las calles vascas; prefería que la colaboración se mantuviera en el ámbito del intercambio de información. "Satisfecho" dijo Rajoy que estaba tras la reunión y del mismo sentir era Balza, que matizaba la necesidad de alcanzar "mayor grado de concreción". De tal misión se encargaron los segundos de a bordo de ambos: Pedro Morenés y Mikel Legarda. Fue en Madrid. La principal conclusión fue que, a partir de ese momento, cuando se produjera un atentado y tras cada operación antiterrorista, se reunirían unos órganos especiales para intercambiar toda la información posible para a ser más eficaces en posteriores operaciones contra ETA. A esas reuniones acudirán miembros de los tres cuerpos policiales -especialistas- y representantes políticos de las administraciones. Además de en esas ocasiones especiales, estos órganos de intercambio de información se convocarían periódicamente cada tres meses. Antes de lo previsto hubieron de reunirse, pues el día 18 de agosto se producía un atentado en Salou, Tarragona. Un coche bomba con 50 kilos de dinamita hacía explosión en un enclave turístico sin producirse víctimas. La segunda edición de este encuentro se produjo después de que se desarticulara el comando Buruntza, y más tarde, después de la desarticulación el comando Barcelona. Uno de los asuntos que abordaron en la última reunión fue la posible relación entre ETA y el movimiento okupa. Podría ser que la banda se estuviera fijando en este fenómeno social para establecer infraestructura en su seno. Una de las huidas tras la desarticulación del comando Barcelona, Marina Bernardó, está relacionada con este movimiento.