CICLISMO
Ullrich se dejó ver demasiado tarde
Por La Semana.es2 min
Deportes25-07-2004
Sólo en la última semana de carrera se dejó ver el eterno aspirante, Jan Ullrich. El alemán, con todo, no pudo conseguir ni un triunfo de etapa –se lo impidió Lance Armstrong en las dos contrarreloj– ni un lugar en el podio, del que le separaron poco más de dos minutos.
El destino que Armstrong tenía reservado en la historia del Tour no impidió que el texano sacara a relucir su fuerza y su ambición en las últimas etapas de montaña y en las cronos, en las que sumó cuatro nuevas victorias. El único que tuvo arrestos para intentar romper el dominio de los hombres del US Postal fue el alemán Ullrich, pero cuando intentó atacar, en la etapa reina de la montaña, con siete puertos en el camino, se encontró con que Bjarne Riis –que fue su ex compañero en el Telekom en 1996 y 1997– ordenó al equipo CSC echar abajo su escapada. La intención era defender el podio de Ivan Basso: finalmente resultó ser una necesidad, ya que tanto Ullrich como Andreas Klöden –que le arrebató la segunda plaza– lo aventajaron en la última contrarreloj larga, de 55 kilómetros, en Besançon. En la cronoescalada de Alpe d’Huez, Armstrong tampoco tuvo rival: con Ullrich a un minuto, los escaladores no aparecieron en una etapa que parecía propicia para ellos. En el descenso del Col de la Croix-Fry, el estadounidense fue capaz de pelear la victoria –que celebró con rabia, ya que la hubiera querido para su compañero Floyd Landis– al sprint con Klöden. Sólo cuando ya no había nada en juego, los españoles Juan Miguel Mercado y Chente García Acosta –toda vez que Iban Mayo y Roberto Heras echaron pie a tierra y Francisco Mancebo, que optaba al podio, acabó sexto– pudieron optar cuando menos a la victoria de etapa en la transición de la montaña a los Campos Elíseos. La anécdota estuvo en que Armstrong respondió personalmente a un ataque del italiano Filippo Simeoni, que lo había acusado de dopaje, al que obligó a regresar al pelotón. Ya en París, la gloria de la última etapa la saboreó otro corredor del Quick Step, el belga Tom Boonen, aunque finalmente el jersey verde de la regularidad se lo quedó el australiano Robbie McEwen. También hubo cierta preocupación por la seguridad: el flamante hexacampeón recibió amenazas y llegó a temer por su integridad por la acumulación de público en las etapas de montaña: muchos aficionados apenas dejaban pasar a los corredores y llegaban a tocarlos, incluso a abuchearlos, como le sucedió a algunos corredores del equipo que dirige Johan Bruyneel.