Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

REAL MADRID

Un gran jugador y mejor persona

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura1 min
Deportes09-07-2001

Zinedine Zidane se aleja de las estridencias y busca la armonía, tanto dentro del terreno de juego como fuera de él, aunque lo hace de muy distinta manera. Sin embargo, el equilibrio entre su vida pública y privada explica por qué es un jugador reconocido, pero también una persona muy apreciada.

Todo el mundo conoce al futbolista, a Zizou: un jugador de una inteligencia extraordinaria, con una visión de juego única y muy, muy habilidoso, que derrocha talento y que, por los años pasados en Italia, ha aprendido a hacer también el trabajo sucio, de defensa, de destrucción. Un mito en activo, especialmente en Francia, donde casi se le eleva a los altares de Michel Platini. Además, su trayectoria está jalonada de numerosos éxitos: campeón del Mundo y de Europa con la selección francesa, campeón de la Liga y Copa italianas con el Juventus, campeón de la Copa Intercontinental... la Liga de Campeones es el único gran título que le falta por conseguir. La mentalidad ganadora es una de las claves que explican su paso al Real Madrid. Pero la ambición de Zidane en el campo se pierde fuera de él. Entonces aparece Yaz, el hijo de inmigrantes argelinos que se crió en un suburbio de Marsella. Aparece entonces la persona apegada a su familia, sobre todo sus padres y su mujer, Veronique, de origen español, otra de las claves para su viaje a Madrid. Pero Zidane también aporta timidez, discreción y elegancia en su vida privada. Zidane ha logrado el éxito y la riqueza, pero tiene los pies en el suelo y no sólo no reniega de sus orígenes, sino que visita religiosamente a sus antiguos vecinos y compañeros. Por eso es un símbolo en Francia: no sólo por ser la guinda de calidad de un grupo extraordinario de jugadores que componen la selección francesa, sino por lo que representa de superación y de integración en una cultura de la que es inmigrante. Es un embajador del buen fútbol y de un buen puñado de valores humanos. que en el mundo del fútbol, también se traducen en dinero.