Oriente Próximo: historia del fracaso de la paz
Por Txema García
4 min
Internacional08-06-2003
La última tentativa de paz promovida por el Cuarteto de Madrid (EE.UU., Rusia, UE y la ONU) se enfrenta al fantasma del fracaso que anteriores planes de pacificación han sufrido a lo largo de las últimas décadas. Las causas que hicieron zozobrar preliminares intentos son diversas, desde la concepción errónea del propio texto hasta las acciones de los extremistas de uno y otro bando.
La Guerra del Yom-Kipur dejó la mediación de Henry Kissinger y el empeño personal del por entonces presidente estadounidense Jimmy Carter para lograr la firma de paz entre Israel y Egipto, que finalmente se logró el 5 de septiembre de 1978. Aunque la concordia asomaba por el horizonte, el exilio de decenas de miles de refugiados palestinos desde hacía más de 30 años se concentró en torno a la figura de Yasir Arafat y las organizaciones terroristas no cesaron de acosar a Israel, desde territorio libanés, con atentados y acciones de comandos. En 1982, el Gobierno israelí ocupó Líbano meridional. El asedio de Beirut y las matanzas de Sabra y Chatila bloquearon definitivamente el proceso de paz. El 30 de octubre de 1991, es la fecha que marca el inicio de las intentonas internacionales multilaterales para tratar de lograr la paz en Oriente Próximo -en 1987 había comenzado la primera Intifada”-. La Conferencia de Madrid, protagonizada por los presidentes norteamericano y soviético, George Bush y Mijaíl Gorbachov, promovió negociaciones bilaterales inmediatas entre Israel y cada uno de sus vecinos árabes, para solucionar sus diferencias y tratar temas como el control de armas, la cooperación económica, la gestión del agua y o el asunto de los refugiados. El 13 de septiembre de 1993, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y el Gobierno israelí rubricaron en Washington, en presencia de Yasir Arafat e Isaac Rabin, la Declaración de Principios sobre los pactos temporales de autonomía. Más tarde, el 28 de octubre de 1995, se refrendaban los acuerdos de Oslo, que contenían el reconocimiento del Estado de Israel, la autonomía de Cisjordania y Gaza, y las bases del futuro estatuto de Jerusalén. La importancia de lo acordado fue tal, que le valió a sus protagonistas: Arafat, Simón Peres (ministro de Exteriores israelí) y Isaac Rabin (primer ministro israelí) el Nobel de la paz. Sin embargo, los extremistas de uno y otro bando se dejaron notar. En noviembre de 1995, Rabin es asesinado por un judío ultraortodoxo. Durante los siguientes meses se produce una oleada de terrorismo árabe que hace que en las elecciones de 1996, un partidario de la fuerza, el derechista Benjamín Netanyahu salga elegido primer ministro. Según los analistas el fiasco de esta intentona radica en la propia naturaleza de la Declaración de Principios ya que ésta partía del reconocimiento mutuo, esto es, la OLP insistía en su reconocimiento de Israel como Estado e Israel se mostraba conforme con la OLP como interlocutor -hasta entonces, había sido considerada sólo una organización terrorista-. Además, establecía un periodo de cinco años para la retirada de las tropas israelíes, la creación de una Autoridad Palestina y la instauración de organismos de coordinación entre las partes. En Oslo no se fijaron metas para el final del periodo interino, no se precisó si la retirada sería completa, si el retorno de los refugiados sería total o parcial o si habría un Estado palestino y tampoco se garantizó el cumplimiento de lo acordado, ni se preveía ningún tipo de presión internacional. Asimismo, la paz se estropeó porque Israel, se negó a reconocer Palestina como un igual, e impuso una división de Cisjordania en las zonas A, B y C: la zona A, bajo control absoluto palestino; la B, bajo la autoridad administrativa palestina, pero el ejército israelí como responsable de la seguridad; la zona C, ocupada por israelíes. El proceso de paz se sumerge en un periodo de ralentización que termina con el relanzamiento de las negociaciones por parte del por entonces presidente estadounidense, Bill Clinton, a mitad de 2000, y comienza una nueva ronda mediaciones en Camp David. Sobre la mesa estaban el trazado definitivo de las fronteras, el problema de los refugiados, el futuro de los asentamientos y el estatuto de Jerusalén. Los esfuerzos de Clinton terminaron en fracaso principalmente por las discrepancias en torno a la soberanía de Jerusalén, aunque también tuvo una importancia decisiva la crisis política que vivía en aquel momento Israel con dimisiones en bloque del Gobierno del laborista Ehud Barak y varias mociones de censura en el Parlamento. En este sentido, el 28 de septiembre de 2000, el jefe del Likud, Ariel Sharon, hizo acto de presencia en la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén, para reivindicar el lugar en nombre del judaísmo. El pueblo palestino lo tomó como una provocación. Al día siguiente se produjeron los primeros choques, las primeras víctimas y comenzó la segunda Intifada.