Persisten los focos de resistencia y la inseguridad
Por Carmen Rosa Fernández2 min
Internacional20-04-2003
Grupos armados se mantienen fieles a Sadam y provocan enfrentamientos con las tropas estadounidenses en Mosul y Nayaf. También se ha encontrado una fosa común con más de 2.000 cadáveres.
El final de la crisis en Iraq no parece haber concluido tan rápidamente como hace creer el bando aliado. La caída de Bagdad parecía poner el punto final a la guerra y al tiránico régimen de Husein. Sin embargo, en los últimos días, las tropas estadounidenses han encontrado focos de resistencia en forma de guerrillas fieles a Sadam y con la intención de recuperar lo perdido. Los enfrentamientos entre marines y esta resistencia han provocado varias situaciones de tensión y violencia en diversos puntos del país. En Mosul, por ejemplo, murieron 12 personas y más de 100 resultaron heridas cuando soldados estadounidenses abrieron fuego para repeler la carga de una multitud de manifestantes que intentaban boicotear la reunión en la que los líderes de varias etnias locales iban a designar al árabe Mizar al Jarabe como nuevo gobernador de la provincia. Los marines dispararon ráfagas de metralleta durante dos horas y un caza F-15 fue enviado al lugar para sobrevolar la zona. Nayaf, a 160 kilómetros al sur de Bagdad, se ha convertido asimismo en un sitio estratégico para la guerrilla iraquí. En esta localidad las manifestaciones alabando a los imanes, a Husein y a Abbas se suceden y los marines han visto reducido su asentamiento a sólo dos pequeños cuarteles en los arrabales de la ciudad. El poder reside ahora en los milicianos del ayatolá Hasán al-Musabi, que armados con AK-47, controlan los accesos y pretenden restaurar el orden destruido por los norteamericanos. Estas y otras situaciones han elevado la inseguridad en el país hasta límites alarmantes y ha sumido a la población en un caos en el que las revueltas y los saqueos están al orden del día. Además, los rastreos aliados han dado con una fosa común en una base iraquí con cerca de dos millares de cadáveres. El hallazgo supone una prueba más del horror que supuso el régimen del partido Baaz en Iraq.