Los aliados reconocen el uso de bombas de racimo de última generación en Irak
Por Carmen Rosa Fernández1 min
Internacional06-04-2003
Estos nuevos proyectiles son especialmente dañinos al lograr hasta cuarenta explosiones en un solo lanzamiento. Varias organizaciones no gubernamentales han denunciado esta práctica.
Estados Unidos y Reino Unido han admitido recientemente lo que muchas organizaciones no gubernamentales temen y denuncian desde hace tiempo, el uso en Irak de bombas de racimo de última generación. Tanto Amnistía Internacional como UNICEF han pedido reiteradas veces a ambos gobiernos la retirada de estos proyectiles al considerarlos extremadamente dañinos para los civiles. La bomba, denominada CBU-105, pesa 455 kilos y es capaz de liberar 40 sub artefactos en un área de unos 0,6 kilómetros cuadrados. Además, cuenta con nuevos sensores capaces de captar el calor y así dirigirse directamente al objetivo. Un bombardero B-52 deja caer el proyectil, que se abre para expandir por el terreno hasta 10 unidades más, que a su vez reparten cuatro potentes mini-bombas. Así un solo lanzamiento puede provocar hasta 40 explosiones. El nuevo armamento resulta menos sofisticado que el controlado por satélite, pero su efecto resulta mucho más dañino y es capaz de destruir con una división armada entera. El ministro británico de Defensa, Geoff Hoon, ha justificado en rueda de prensa el uso de las bombas de racimo. Según Hoon, se trata de armas completamente legales con un índice de error mínimo, un cinco por ciento, y cuyo papel militar es totalmente legítimo. Son bombas mucho más seguras que los misiles no guiados, pero admite que suponen un riesgo si no llegan a explotar. Para reducir la alarma el Gobierno británico explicó que los soldados se encargan de ir a los lugares en los que han sido lanzadas y desactivar los artefactos que no han explotado. Estas explicaciones no parecen convencer a las organizaciones no gubernamentales, que mantienen sus quejas y denuncian enérgicamente a Estados Unidos y Reino Unido. Amnistía Internacional ha condenado públicamente al Gobierno británico en un comunicado en el que pide el cese de lanzamientos de este tipo de bombas.