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Musica

Se apaga la voz de B.B. King, embajador del blues

Por Cristina González BoyarizoTiempo de lectura3 min
Cultura16-05-2015

Los mayores fans y artistas del blues están de luto por el fallecimiento de B.B King, que tuvo lugar el pasado 15 de mayo en su residencia de Las Vegas. A sus 89 años era conocido como el embajador de este estilo musical en Estados Unidos. Uno de los más grandes maestros en el manejo de la guitarra eléctrica se despide dejando tras de sí un infinito legado de temas y discípulos y es que se apaga una de las voces fundamentales de la melodía actual.

La señal evidente de su desmemoria se produjo hace ya dos semanas, cuando el propio “Blues Boy King” anunció que estaba recibiendo cuidados paliativos en su hogar. Padecía desde hace más de una década diabetes e hipertensión. De hecho, el pasado mes de octubre, se vio en la obligación de detener un concierto y suspender por tanto toda una gira, a causa del agotamiento y deshidratación extremos. Desde entonces no presentó mejoría alguna hasta que finalmente su voz decidió apagarse para siempre.

Nacido en el seno de una familia totalmente humilde en un pueblo de Misisipi, su infancia transcurrió entre los campos de algodón recolectados y las leyes contra las personas de color imperantes en la época. Fueron días difíciles para un niño que quedó abandonado por su madre, quien empezó de cero con otro hombre. La música fue su principal terapia, la usaba primero como vía de escapismo y después como su mayor entretenimiento. Sus primeros acordes los dio con el coro de góspel de su escuela, cuando tenía 12 años.

Con el paso del tiempo, se consolidaba su talento. Cumplidos los 24 decidió emigrar a Memphis y desde allí se fue desplazando por distintos estados siempre dentro de la floreciente América, donde grababa sus primeros discos. En su camino hacia la fama tuvo mucho que ver Frank Sinatra, por quien B.B. King sentía gran admiración. “La voz” le fue abriendo el paso hacia los principales escenarios de Las Vegas, donde se convirtió en el primer negro que actuaba. Su salto a la fama absoluta se produjo, según contaba él mismo, hacia 1969, cuando miles de blancos se agolpaban para verle para un concierto en San Francisco.

En su brillante trayectoria, B.B King siempre tuvo una fiel acompañante, su guitarra Lucille. Esta toma el nombre a raíz de una curiosa anécdota. Durante una de sus actuaciones, el artista fue testigo de la brutal pelea de dos hombres por una mujer llamada Lucille. El encontronazo llego hasta tal punto que la sala se incendió, pero antes de marcharse King quiso recuperar su instrumento y por eso la bautizó así.

Poco a poco, se fue forjando un estilo muy propio que nadaba entre dos aguas, de Chicago y de su Misisipi natal. Un blues con instrumentos metálicos que conservaba la esencia de sus primeros ritmos. Una dualidad explosiva que le hizo ganarse un hueco indiscutible entre los grandes músicos de blues. Temas como Please love me, Gotta find my baby o Sugar mama, llevan su sello particular. En mitad de camino se ganó varios discípulos y grandes admiradores, entre los cuales se cuenta Luciano Pavarotti. Mientras otros ídolos expiraban su último aliento el permanecía impasible, aunque con algunos achaques propios de la edad. En ciertos actos debía permanecer sentado, pero conservaba su energía y buen porte.

Dio más de 15.000 conciertos y se dejó ver en lugares tan emblemáticos como el Royal Albert Hall o La Casa Blanca. De hecho, se declaró simpatizante de la familia Busch, si bien no se identificaba del todo con la ideología republicana, tal como se entiende hoy día. Gano 15 Grammys, el primero en 1971 y el ultimo hace seis años.