TOROS
Sangre y savia nueva
Por Almudena Hernández Pérez2 min
Espectáculos27-05-2001
La feria de San Isidro está redescubriendo valores, savia nueva. Toreros que se sabían ciertos, pero disipados tras los halos de la expectación. Es como en la primavera, que brotan con fuerza los tallos, en camino hacia el esplendor de las ramas. Eugenio de Mora se revalorizó. También lo hizo Miguel Abellán. Y Morante. El arte de José Antonio, toreo de terciopelo puro.
Los toreros jóvenes habían sembrado semillas y alguna -¡gracias!- cayó en tierra buena. El torero de La Puebla hizo soñar en la tarde del jueves 24. El capote, pura seda. La muleta, duende quizás, de ese, del de Sevilla. Pellizco de terciopelo. Mas las malas hierbas de la espada le privaron al torero de la puerta grande. Había cortado una oreja y las dos del segundo toro de su lote estaban preparadas. Pero, Morante es el triunfador moral de lo que va de feria. El sevillano tenía en letargo el toreo, y en Madrid, dejó revolotear la belleza de la mariposa en primavera. Donde hay raíces... Según las voces, las dos orejas que le llevaron a Eugenio de Mora a la enfermería son más o menos válidas. Lo que es indiscutible es que se entregó, y fue cogido en el muslo derecho al darle muerte al toro. La primavera de Eugenio en su cita en Las Ventas estuvo regada con sangre. Nueva, joven, de esa sangre que da esperanza y alegría a la Fiesta, taquicárdica con los sinsabores de la expectación no correspondida. Miguel Abellán sabe cómo es ver volar mariposas de plata blanca bajo la puerta grande de Las Ventas. El madrileño también anduvo abonando la tierra. Cortó una oreja. Un premio honorífico a este primaveral San Isidro en el que parece, contra los pronósticos, que no hacen falta figuras, sino corazones jóvenes de toreo poderoso y de manos bajas. Y eso, gracias a Dios, lo hay. A caballo se armó la marimorena con Andy Cartagena el día de la ausencia de Hermoso de Mendoza, que tendrá que estar alejado de los ruedos durante algunas semanas como consecuencia de la lesión que padeció en Las Ventas. Cartagena cortó una oreja y el público quiso abrirle la puerta grande, decisión que no compartió el palco. La lluvia de almohadillas y la bronca, tan monumental como maleducada. Casi nada.