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TOROS

El triunfo, protagonista invitado a Las Ventas

Por Almudena Hernández PérezTiempo de lectura2 min
Espectáculos26-05-2002

Cuando una figura hace el paseíllo en la primera plaza del mundo muchos saben que la cita es distinta. Cuando José Tomás va a Madrid, va también Joaquín Sabina: el mismo Sabina que después se pasa quinientos días y cincuenta noches sin poner sus posaderas sobre el granito de la monumental madrileña.

Como el cantante, otros muchos personajes del revisteo español acudieron a Las Ventas el pasado martes día 21. La expectación era grande. Los toros, no tanto. Los tendidos, llenos a rebosar. Hasta en las escaleras había personal. Mucho clavel en la solapa. La mayoría con intensas ganas de aplaudir. Y pañuelos. Pañuelos blancos de seda. Pañuelos blancos de hilo. Pañuelos blancos bordados. Pañuelos blancos limpios y planchaditos con agua de arroz. Suena el nombre de José Tomás y suena fuerte. No en balde el torero de Galapagar ha cortado un puñado de orejas como matador y una como novillero en Las Ventas. Pero las últimas no fueron como las primeras porque, esta vez, la corrida fue distinta y la del año pasado también, cuando se dejó un toro vivo. Parece también distinto el público de la monumental, por lo menos en estas tardes. Este San Isidro de 2002 tiene tres modas. La primera tendencia en esta feria es la del público de pañuelos blancos, clavel en la solapa y aroma a Chanel. Aunque sólo sucede en los días D. En esas jornadas también está de moda bailar en los corrales de la plaza por la mañana, durante el sorteo de los toros, cuando por la tarde está prevista la presencia de las figuras. Casualmente, otra moda abunda también en esos días más que en otros, la de los toros inválidos y pequeños. De lo que pocos se han dado cuenta es de que este San Isidro, el famoso invitado es el triunfo, el triunfalismo del mito. Se alimenta y crece del rumor, de los intereses y de la publicidad, del paripé encubierto y descubierto, de las fotos, del modelito primavera-verano aunque haga un frío de demonios, de lo bien que lo hace el torero -sin haber hecho nada en ese momento- y de lo cara que me ha costado esta entrada en la reventa, que mira quién está ahí enfrente. ¡Uy! ¡Que torea José Tomás! ¡Que torea Enrique Ponce! ¡Que viene El Juli! ¡Que es la primera tarde en quinientos días y tiene que haber puerta grande!