RELIGIÓN
Esfuerzo titánico del Papa en su viaje número 96
Por Celia Pareja1 min
Sociedad26-05-2002
Primero fue Azerbaiyán. Un territorio de ocho millones de habitantes, de los que sólo 120 son católicos. Una sola iglesia y dos curas no han sido impedimento para que su Santidad visitara este lugar, pero sí han dado mucho de qué hablar. Por primera vez en sus 23 años de Papado, Juan Pablo no pudo bajar la escalinata del avión por su propio pie. Necesitó un ascensor que le está acompañando en esta gira y que parece que estará presente en los futuros viajes del Pontífice.
El primer discurso previsto dejó patente su deterioro físico cada vez mayor. No pudo concluir y las imágenes mostradas por televisión han hecho que la idea de la dimisión vuelva a resurgir. Este viaje internacional, el número 96, ha dejado muestras de un Papa débil, con apenas un hilo de voz, pero que ha hecho un esfuerzo digno de admiración. Después de la estancia fugaz de dos días en Azerbaiyán, su Santidad llegó el jueves a Bulgaria. Ha sido la primera visita del Papa a este país de inmensa mayoría ortodoxa. Nada más llegar al aeropuerto de Sofía, capital del país, y pese a sus impedimentos físicos, el Pontífice besó suelo búlgaro, aunque no lo hizo agachándose. Un grupo de niños le regaló un recipiente que contenía tierra de todas las regiones con población católica. Con esta visita pretende limar asperezas con la Iglesia ortodoxa, para acercarse así al Patriarcado de Moscú. Juan Pablo quiso agradecer a la fe ortodoxa "haber dado acogida a los hijos de la Iglesia católica" durante los años de represión de Stalin. A su llegada a Sofía, el Papa afirmó que nunca creyó en la implicación de los servicios secretos búlgaros en el atentado que sufrió en 1981, en el que perdió una parte del intestino. Este viaje ha dejado muestras evidentes de su delicado estado de salud. Las imágenes, en las que es imposible ocultar su dolor y la parálisis progresiva, que a duras penas le deja hablar, hacen sufrir a millones de personas que desearían a Juan Pablo una vejez más tranquila. Pero la heroicidad de Karol Wojtyla no acaba en Bulgaria. Después de este duro viaje, le esperan cuatro viajes más, que adquieren un aspecto amenazador dado el cansancio acumulado y la fragilidad del Papa.