CONFLICTO SIRIO
Los sirios han soportado la dominación de la dinastía Asad más de cuarenta años
Por Rocío Linares
3 min
Internacional19-07-2012
Siria se enfrenta a la mayor rebelión popular del país. Un conflicto que se ha materializado en las armas desde hace año y medio pero que se ha sostenido durante décadas. El levantamiento se produjo el 26 de enero de 2011 cuando el país llevaba desde 1962 en un estado de emergencia que vulneraba las garantías de los ciudadanos por las graves circunstancias políticas que impedían el crecimiento de la región. En esta situación, el gobierno podía restringir o suspender el ejercicio de algunos derechos a la población y tenía suspendidas la gran mayoría de las leyes constitucionales de protección.
Los sirios se levantaron en la demanda de más libertades, plena democracia y respeto a los derechos humanos. Desde que comenzaron las manifestaciones, los contendientes han quedado divididos: por un lado, las tropas sirias, fuerzas de seguridad y adeptos al régimen, y por otro, los rebeldes o sublevados, entre los que hay numerosos detenidos y desaparecidos. Los muertos en cada bando se multiplican por mil conforme se mantiene la contienda aunque son más los civiles muertos en este combate. Unas 75.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares para buscar un refugio, casi la mitad, como inmigrantes en otros países. Al tiempo de la rebelión, el régimen instaló un estado policial y aumentó la represión con que callaba a los sirios. A pesar del duro castigo que recibían los rebeldes, han conseguido que el movimiento revolucionario se extendiera a las principales ciudades del país. El gobierno responde enviando sus tropas militares con tanques y helicópteros artillados, entrenando francotiradores que apuntan a cualquier movimiento que detectan por las calles, incluso el más cotidiano paseo puede resultar una condena a muerte. Los soldados están obligados a abrir fuego real contra los manifestantes o de lo contrario, como desertores, serán ejecutados por sus propios compañeros. Donde no hay fuego abierto, en las ciudades sitiadas, se han cortado los suministros de agua y electricidad. Además, las fuerzas de seguridad confiscaban la harina y los alimentos. Por ello, en algunas zonas, donde hay ciudadanos con vida, ahora padecen hambrunas. Homs, capital de la rebelión, ha sido la ciudad más duramente castigada. Estricta dominación durante más de cuarenta años Desde 1971, la dinastía Asad domina Siria en régimen unipartidista y nacionalsocialista. El presidente Bashar Asad y su familia pertenecen a la minoría religiosa alauí, una rama del Islam chií que representa al 12% de la población, frente al 74% que suponen los musulmanes suníes. Sin embargo, tienen mayoría en los altos cargos del ejército y también un fuerte control sobre la población mediante la posesión de los servicios. Estas circunstancias han producido desde el primer momento un fuerte malestar entre los sirios hasta que han estallado. Con independencia de la superioridad que de manera tácita percibe Asad, también ve amenazado su poder que se sustenta en la inestabilidad, por esto no ha vacilado en usar la fuerza de manera tajante. Hasta hoy, no había precedente desde la masacre de Hama en 1982, donde se estima que fueron asesinadas entre 10.000 y 25.000 personas. El pasado mes de abril entró en el escenario la Misión de Supervisión de las Naciones Unidas en Siria (UNMISS) después de que el Consejo de Seguridad decidiera que era necesario controlar la violencia excesiva con la que se estaba sofocando la rebelión. Una carga “inaceptable” que además incumplía el acuerdo de los seis puntos. Siria es una región clave en Oriente Próximo por su posición en el extremo oriental del mar Mediterráneo y rodeada por las fronteras de Turquía, Irak, Líbano, Jordania, Palestina e Israel. Es en definitiva el punto de conexión entre Oriente y Occidente que incluye el Mediterráneo Oriental, el Golfo Pérsico y el Canal de Suez. La vital posición estratégica la convierte en un espacio en el que las potencias extranjeras se mantienen en tensión y rivalidad poniendo en juego intereses geopolíticos.