Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

CREAR EN UNO MISMO

La confianza, fuente de valor

Fotografía
Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión02-01-0112

La confianza es la esperanza firme que se tiene en alguien o algo; lo que nos proporciona ánimo, aliento y vigor para obrar. Confiar, en última instancia, supone decir un radical a la realidad, lo que se traduce en confianza en las otras personas y en que saldremos adelante a pesar de todas las dificultades. Confiar nos permite reconocer un valor posible en lo presente que va mucho más allá de lo presente; y nos lleva a asumir el reto de afrontar una aventura o una empresa poniendo en juego todas nuestras fuerzas, con la esperanza firme de que los resultados y el camino merecerán la pena. Por eso, sin confianza, no hay desarrollo posible, ni económico, ni humano, ni personal. El clima de confianza no es ajeno a las dificultades. Al revés: la confianza implica, necesariamente, la existencia de riesgos y dificultades. Si no las hubiera, no hablaríamos de confianza, sino de seguridad. Sin embargo, el clima de confianza no puede sobrevivir sin veracidad. Confiar ante la falta de veracidad no es confiar, es ser un iluso. No seremos veraces si no confiamos; no afrontaremos ninguna aventura o empresa, si no confiamos; no dejaremos espacio a la creatividad del otro si no confiamos. Por el contrario, cuanto más confiamos, más apostamos, más nos arriesgamos, más creativos y audaces somos, más logros alcanzamos, más valor generamos, más crecemos. Hemos escuchado infinidad de veces que esta crisis económica es una crisis de valores. El primero de ellos, vinculado necesariamente a la actividad económica aparentemente más descarnada, es el de la confianza. Hemos perdido la confianza porque quienes juegan con grandes sumas de dinero ni han sido honestos, ni han sido veraces. Y, como hemos perdido la confianza, el sistema se ha tambaleado. La pasada rueda de prensa tras el consejo de ministros estuvo aderezada con verdades muy duras y medidas muy exigentes; pero no faltó el ingrediente de la esperanza. Este gobierno conoce mejor la psicología del adulto que el anterior, que trató de generar confianza desde el ocultamiento y el falso optimismo, es decir, desde una desconfianza enfermiza en la capacidad de los ciudadanos para afrontar la verdad. Quiero confiar -necesitamos confiar- en que, además de eso, sabrán tomar las medidas urgentes adecuadas, y tendrán valor para afrontar otras medidas de calado -empezando por la ejemplaridad pública- para superar no sólo un bache económico, sino su fundamento: la crisis social de valores. Sólo desde la confianza en las fuerzas comunes de los hombres para alcanzar metas valiosas podemos, juntos, aprender a crear en nosotros mismos.