TERREMOTO EN JAPÓN
Crece la preocupación por las fugas radiactivas en la central de Fukushima
Por Caterina Crespo6 min
España15-03-2011
La alarma de un desastre nuclear crece en torno a la central de Fukushima, afectada en cuatro de sus seis reactores por el terremoto que devastó el país el pasado viernes 11 de marzo. Un incendio se ha desencadenado este martes en el reactor 4, aunque ya está controlado, mientras que en el número 2 se produjo una explosión en torno a las seis de la mañana locales (22:00 h en España).
Una nueva explosión ha sacudido la central de Fukushima, en el reactor número dos y ha elevado el nivel de alerta nuclear al 6 en una escala de 7, según la Autoridad de Seguridad Nuclear francesa. La explosión se ha debido a la salida de hidrógeno, un gas que, en contacto con el oxígeno del aire, produce una deflagración. El Gobierno ha reconocido que viven una situación alamante. Además ha informado de que otro reactor, el número 4, ha sufrido un incendio, ya controlado, y reconoció que los niveles de radiación en la zona han aumentado considerablemente. El peligro de más fugas de radiación está creciendo y se pide a a la población que siga actuando con calma. Una vez controlado el fuego los niveles de radiación han descendido paulatinamente. En Tokio ha comenzado la evacuación de los ciudadanos extranjeros al elevarse los niveles de radiación, donde se detectaron pequeñas cantidades de sustancias radiactivas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) gracias a estos planes de evacuación no existe riesgo para la salud de las personas. En esta nueva explosión, sí se ha dañado la vasija, compuesta de acero y hormigón y con forma de bombilla. Está diseñada para prevenir posibles fugas radiactivas. En las anteriores explosiones registradas en Fukushima la vasija que protege al reactor quedó intacta. Tras la explosión, los niveles de radiación superaron el límite legal hasta llegar durante un instante a los 8.127 microsievert, ocho veces por encima del tope recomendado para la salud, según la agencia local Kyodo. Apenas tres horas después, un incendio causado a su vez por combustión de hidrógeno afectó al edificio que alberga el reactor 4 de la planta de Fukushima, inactivo desde antes que ocurriera el devastador seísmo de 9 grados en la escala de Richter. Además, según fuentes oficiales, la temperatura de los reactores 5 y 6 de la central también han sufrido un ligero aumento. Yukio Edano, portavoz gubernamental, ha señalado que el nivel de la radiación llegó a situarse hasta cien veces por encima del límite normal. Puede haberse producido una fuga de materiales radiactivos, especialmente por causa del incendio, que pueden afectar a la salud humana. Los reactores Según el último comunicado sobre el estado de los reactores de la planta estos se encuentran estables, pero con problemas. El reactor 1 tiene poca refrigeración y sufrió una fusión parcial del núcleo tras una explosión de hidrógeno el domingo. En el número 2 falta refrigeración para lo que se está bombeando agua del mar, las barras de combustible estuvieron expuestas temporalmente y hay daño del sistema de contención de la vasija del reactor. En el 3 falta refrigeración, se teme una fusión parcial del núcleo, ha habido una explosión de hidrógeno y hay altos niveles de radiación en su entorno. En el 4, el incendio ocurrido esta madrugada por una explosión de hidrógeno ha dejado altos niveles de radiación. Los reactores 5 y 6 tienen problemas de refrigeración, pero se encuentran apagados desde el terremoto. Alarma social Unos 100.000 militares japoneses, ayudados por voluntarios extranjeros especialistas en salvamento, continúan peinando la zona devastada en busca de supervivientes atrapados bajo los escombros o arrastrados mar adentro por una ola gigante que alcanzó los 10 metros de altura. El gobernador de Miyagi, Yoshihiro Murai, ha indicado que el mayor problema es la carencia de combustible y material sanitario en los hospitales, donde están racionando las medicinas. Los tanatorios no dan abasto para almacenar los cadáveres, se necesitan urgentemente más ataúdes y sus trabajadores se quejan de que los constantes apagones no les permiten mantener refrigerados los restos mortales. El primer ministro nipón, Naoto Kan, ha ordenado a los soldados fijar como prioridad asistir a los damnificados. La radiación en los alrededores de la central ha llegado a sobrepasar diez mil veces los límites legales. Las televisiones transmiten mensajes tales como: "Cierren las ventanas, no utilicen sistemas de ventilación y tiendan la ropa en casa". Unas 200.000 dosis de yodo (que ayudan a proteger la glándula tiroides de los efectos de la radiación) se han repartido ya entre la población. Mientras, la Embajada francesa en Japón ha recomendado a sus nacionales que viven en Tokio que no salgan al exterior, porque el viento que sopla hacia la capital podría arrastrar hasta allí las partículas radiactivas. La ciudad de Fukushima ha quedado desierta. El agua corriente no funciona desde hace cinco días, no hay un alma en las calles y no queda una gota de gasolina. Tampoco policías patrullando o actividad económica alguna. El miedo a una fuga masiva de radiactividad en la central nuclear de esta prefectura del este de Japón ha convertido Fukushima y decenas de localidades vecinas en lugares muertos de los que muchos desearían huir. Pero no hay trenes, el recientemente reabierto aeropuerto está desbordado por pasajeros que quieren coger un vuelo a cualquier parte y todas las gasolineras de esta ciudad de 350.000 habitantes han colgado el cartel de "existencias agotadas". Las autoridades japoneses han aumentado a 3.372 los fallecidos y a 6.746 los desaparecidos por el terremoto y posterior tsunami del pasado viernes en el noreste del país, de acuerdo al último recuento de la Policía. Se cree que la cifra final de víctimas puede ser mucho mayor. Mientras, 50 ingenieros tienen por delante una misión histórica: intentar refrigerar los reactores de Fukushima afectados por el seísmo. Tras un incendio y una nueva explosión en la central nuclear, las autoridades de Japón se han apresurado a evacuar a los habitantes en un área de 20 kilómetros de Fukushima. En la planta nuclear sólo han quedado 50 de sus 800 operarios. Son la última brigada, el último equipo que emprenderá un intento a la desesperada de mantener los núcleos de los tres reactores golpeados a un nivel de refrigeración adecuado mediante el bombeo de agua de mar. Su figura recuerda a la de los llamados "liquidadores" de Chernobil, cerca de 800.000 personas, principalmente rusos, ucranianos y bielorrusos, que participaron en la limpieza y en la construcción de una zanja alrededor del reactor accidentado el 26 de abril de 1986. El accidente causó la mayor liberación de radioactividad que se haya registrado jamás. Más de cinco millones de personas fueron clasificadas como "contaminadas". Reacciones internacionales La canciller alemana, Angela Merkel, quiere revisar la situación de las centrales nucleares de Alemania. Merkel ha hecho este anuncio después de reunirse con sus ministros de Economía y Medio Ambiente y con los presidentes de las regiones con centrales atómicas. Las centrales que cerrarán de inmediato son Biblis A und B (Hesse), Neckarwestheim y Philippsburg 1 (Baden-Würtenberg), Brunsbüttel (Schleswig-Holstein), Isar 1 (Baviera) y Unterweser (Baja Sajonia). El primer ministro ruso, Vladímir Putin, ha ordenado a los funcionarios comprobar el estado de todas las instalaciones nucleares rusas y repasar los ambiciosos planes de desarrollo de energía atómica del país, coincidiendo con la crisis nuclear desatada en Japón tras el terremoto.