CUMBRE DE MONTERREY
Los países ricos fijan unos ‘vagos’ criterios para ayudar a los países pobres
Por Gema Diego2 min
Economía23-03-2002
“Por cada dólar que los países ricos destinan al apoyo de los países pobres, estos destinan seis al pago de su deuda”. La rotundidad de esta afirmación de Alejandro Villamar, coordinador del Foro Global sobre Desarrollo Sustentable y Equidad, muestra cuán difícil es acabar con la pobreza mientras los gobiernos de las naciones desarrolladas continúen poniendo trabas al despegue de los demás países.
Los asistentes a la Cumbre de Monterrey (México) se han oído, pero no se han escuchado. Presidentes de la Unión Europea (UE), América Latina y Estados Unidos (EE.UU.) han presentado sus propios métodos de ayuda a los países subdesarrollados. Finalmente, sólo han conseguido ponerse de acuerdo en unas etéreas líneas de actuación contra la pobreza. La UE acordó la semana pasada, en la Cumbre de Barcelona, elevar su contribución al desarrollo de los países pobres hasta el 0,39 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB) en cuatro años. Las ayudas de la UE constituyen el 55 por ciento del total del apoyo mundial a las naciones necesitadas. El presidente de Francia, Jacques Chirac, y el de la Comisión Europea, Romano Prodi, han trazado en Monterrey algunas directrices del plan europeo: seguir aumentando la ayuda hasta alcanzar el 0,7 por ciento del PIB, e insistir en la solidaridad y el cuidado del medio ambiente. Los dos líderes también han propuesto formar una coalición mundial contra la pobreza similar a la que ya existe contra el terrorismo. Al presidente de EE.UU., George W. Bush, esto le ha resbalado. Bush cree que no se debe ayudar a un país si no cumple una serie de criterios casi utópicos en la actualidad: que tenga un sistema de gobierno democrático, que ejecute reformas sociales, y que sea abiertamente capitalista. Asimismo, Bush ha criticado la corrupción y los aranceles exagerados –sin mencionar los que EE.UU. ha puesto al acero europeo-, y ha declarado que la lucha contra el terrorismo “liberará a millones de personas presas de la pobreza”. Los países latinoamericanos han quedado deslucidos tras las tesis norteamericanas. El presidente de Cuba, Fidel Castro, dejó la Cumbre tras enterarse de que a Bush le molestaba cruzarse con él. Mientras, las propuestas del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, no pudieron superar la sordera de los asistentes. Chávez planteó la creación de un Fondo Humanitario Internacional que coordinara las ayudas al crecimiento. Pero, y ésta ha sido la conclusión real de la Cumbre de Monterrey, “cada país es responsable de su propio desarrollo”.