CUMBRE G-20
La cumbre del G-20, marcada por las discrepancias entre países
Por Juan Heralta Rodríguez2 min
Economía27-06-2010
La cumbre del G-20 estuvo marcada por las divisiones, principalmente por los diferentes puntos de vista entre Alemania y EE.UU. Para el presidente norteamericano, Barack Obama, lo primordial es que los países europeos incrementen el gasto público. Por el contrario, la canciller alemana, Ángela Merkel, se aferra al paquete de austeridad. Aparte, Reino Unido propuso un impuesto sobre los bancos que no fue bien visto por Brasil, Canadá, Sudáfrica y Australia.
La cumbre del G-20 tenía un único objetivo: conseguir superar de una vez la mayor crisis económica que ha travesado el mundo desde la época de la gran depresión. El problema es que cada país tiene unas ideas y políticas diferentes para salir de ella y es ahí donde chocan. Las discrepancias surgen entre EEUU y la UE, por un lado, y entre los países industrializados y los mercados emergentes, por otro. Las causas: la regulación financiera y las políticas económicas. La reforma financiera aprobada por EE.UU., casi in extremis por el senado, no es del agrado de potencias como Alemania o Francia, puesto que esta medida perjudica a los bancos, que es el eje sobre el que se sostiene Europa. Esta medida crea discrepancias puesto que obligaría a los bancos a reforzar sus bases de capital, les prohíbe comprar otras entidades cuando su cuota de mercado exceda el 10 por ciento, les fuerza a segregar sus operaciones de derivados, eleva sus requisitos de capital y limita sus operaciones de autocartera. A lo que hay que añadir que esta medida no ayuda a la prohibición que tiene Alemania en contra de apostar por la caída de los activos. Asimismo, Alemania choca con EE.UU. en que incentiva las exportaciones y modera el consumo interno, cuando Obama lo que propone es que los países europeos deben incrementar el gato público, salvo excepciones como España. Aparte de todo lo dicho anteriormente, también está la problemática de los “test de estrés”, análisis de cómo reaccionaría un banco en un momento de crisis. Alemania se niega a hacerlos públicos, como ya hizo EE.UU. hace un año y como tiene previsto España realizar en un futuro cercano. Esta negativa ha levantado todo tipo de suspicacias sobre la verdadera situación de los bancos alemanes. Además, Alemania también ha sido reticente con la capitalización de los bancos propuesta. Lo que sí ha apoyado ha sido la idea que ha propuesto Reino Unido de un impuesto sobre los bancos con el cual financiar rescates a entidades. Esta idea también ha sido vista con buenos ojos por Francia. También ha habido problemas con la tasa que obliga a las entidades bancarias a pagar 15.400 millones de euros. Esta media no ha sentado nada bien a países como Brasil, Canadá, Sudáfrica y Australia; que no ven lógico porque tienen que captar más capital si sus bancos aguantaron bien la crisis. Otro apunte del G-20 es que no se ha tocado en profundidad la estructura del mercado ni tampoco se ha sabido solventar la apreciación de China de su divisa, el renminbi.