FALSIFICACIÓN
Un juez otorga a Barceló el derecho de quemar las copias de sus obras
Por Pedro Fernaud Quintana1 min
Cultura12-02-2002
El artista participará en Madrid a finales de este mes en la destrucción de 19 falsos barcelós. Las piezas, presumiblemente de la misma mano negra, fueron requisadas en 1990 cuando fueron vendidas y expuestas en varios circuitos.
El caso de estos cuadros se descubrió en los primeros compases de la primera época de la efervescencia del mercado del arte actual y del despegue de la cotización del artista, nacido en 1957 en Felanitx, Mallorca. El mismo autor vulnerado denunció el escándalo por supuesto delito de estafa y falsedad ante la policía de Patrimonio y la justicia. La cotización y el prestigio del pintor de las nuevas generaciones de mayor proyección internacional, apenas se resintió por esta agresión externa. Barceló definió, en su momento, las copias como “ensaladilla infecta” y “burdas falsificaciones”. Una de las obras que ahora serán eliminadas se traspasó hace más de una década por 17 millones de pesetas. En diversas exposiciones en Barcelona, Madrid y antes en Versalles (Francia) y en Basilea (Suiza), el pintor y sus conocedores detectaron entonces algunos de los falsos, expuestos en salas y editados en catálogos como si fueran piezas auténticas. La juez de Madrid Rosario Espinosa decreta la prescripción de la causa penal y accede a la destrucción de las pruebas, “desconociéndose el autor de la falsedad de los cuadros”. El caso de los mirós falsos coincide en el tiempo con la súbita celebridad del miró rasgado. Dicho cuadro fue cedido por Cela a su hijo Cela Conde. El miró rasgado tuvo más fortuna que los barcelós, que están a punto de perecer, pasto de las llamas y la lógica rabia del creador mallorquín. Aquel miró era una copia y así se lo comunicó el genial artista catalán a Cela. El literato montó en cólera y rasgó la tela del cuadro. Tiempo después, Miró le pidió a la mujer de Cela que lo cosiera. Encima de la vieja falsificación, pintó un auténtico miró.