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El regreso de la dama tras tres años de ¬destierro¬

Por Gema DiegoTiempo de lectura1 min
Economía17-02-2002

Ana Patricia Botín tiene ahora más cerca que nunca una herencia suculenta: el Santander Central Hispano (SCH). Su padre, Emilio Botín, le ha entregado en bandeja una alternativa que no puede desperdiciar, una “joya de la corona” que puede dar muchísimos beneficios en las manos adecuadas. El nuevo reto de Ana Patricia se llama Banesto.

Tiene 42 años de vida y una veintena de experiencia. Su padre le ha legado su afición al golf, y su madre, Paloma O Shea, el gusto por el piano. Ha pasado tres años lejos del SCH, agazapada, esperando el momento oportuno para volver a la sombra de los dictados de su padre. Sus estudios en Bryn Mawn (Estados Unidos) y su master en Harvard la impulsaron hasta el área de operaciones de J.P. Morgan, donde permaneció ocho años. Retornó a España en 1988 para unirse al Banco Santander. Comenzó como promotora del departamento de banca de inversiones en mercados emergentes, desde donde controló las incursiones del banco en América Latina y Asia. En noviembre de 1991 pasó a convertirse en directora general del Banco Santander de Negocios (BSN), y desde allí saltó, en 1994, al Consejo del Banco Santander. Las tiranteces en la fusión de esta entidad con el Banco Central Hispano (BCH) provocaron que Botín padre sacrificase a Ana Patricia para llegar a un acuerdo con los directivos del BCH. Durante estos últimos tres años, nunca se ha desligado totalmente del SCH, permaneciendo en la Comisión Ejecutiva y en el Consejo de Administración. Ha aprovechado para probar suerte en Internet, donde ha comprado la empresa Coverlink, que, como casi todas las punto.com, ha entrado en crisis. Ana Patricia le ha lavado la cara y, rebautizada con el nombre de Razona, intenta ahora venderla al mejor postor. Su melena morena que le llega hasta los hombros y su expresión hacen que parezca un poco más joven de lo que es. Mira con los ojos ligeramente entrecerrados, pero ahora le tocará aguzar la vista para afrontar dignamente el privilegio de ser la primera mujer que se convierte en la presidenta de un gran banco.