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SALT LAKE CITY 2002

La medalla más atípica del deporte español

Por Javier TrinidadTiempo de lectura2 min
Deportes09-02-2002

La vida de Johann Muehlegg es, cuanto menos, curiosa. Nació en Alemania, a diferencia de la mayoría de los deportistas que se nacionalizan españoles.

Las desavenencias que mantenía con la Federación Alemana le llevaron, al acabar los Juegos de Nagano -ya había participado en Albertville, en 1992, y en Lillehammer, en 1994-, a emigrar, y con la ayuda del Consejo Superior de Deportes (CSD), que cambió sus hábitos de entrenamiento, llevó a España a conseguir victorias en las competiciones internacionales, tales como la Copa del Mundo. Un cambio total a la hora de afrontar los Juegos de Invierno. Ahora, España es un país con opciones de medalla gracias a Juanito, como le gusta que le llamen. A cambio, Muehlegg dedica sus triunfos al Rey y se envuelve en la bandera española cada vez que logra una victoria. Antes de nacionalizarse español, Muehlegg era un perfecto desconocido. Había participado en tres Olimpiadas, pero sus resultados eran bastante mediocres. Pero aunque no es una causa, como quien dice, fue besar la bandera española y cambiar todo. Dejó de comer grasas, adelgazó cuatro kilos y empezó a conseguir victorias. En 1999 no pudo competir, pero en los dos años siguientes ganó la Copa del Mundo de esquí de fondo y los Mundiales de Lahti (Finlandia). Con el oro olímpico, Muehlegg ha dejado con un palmo de narices a los alemanes y ha conseguido la triple corona. Aun así, Muehlegg no se ha librado de los problemas con la Federación Española de Deportes de Invierno (FEDDI), y se entrena en solitario. Pero a los buenos resultados se le añaden polémicas con la federación, lo que le hace ser un bicho raro en el deporte español: bebe agua bendita y recurre al espiritismo para ahuyentar la mala suerte. Muehlegg supone la primera medalla española, al margen de las conseguidas por los hermanos Fernández Ochoa. Paco dio la sorpresa en los Juegos de Sapporo (Japón) de 1972, en el eslalon, mientras que Blanca, también en la modalidad de eslalon, logró el bronce en los Juegos de Albertville veinte años más tarde. Al margen de la saga de los Fernández Ochoa, el deporte invernal español no se salva de la mediocridad. La interinidad de la FEDDI, presidida por una gestora, ha provocado que sólo siete deportistas españoles compitan en Salt Lake City.