NOBEL DE LITERATURA
El testamento de Cela colma de bienes a Marina Castaño
Por Pedro Fernaud Quintana1 min
Cultura06-02-2002
El célebre escritor únicamente ha dejado un cuadro de Miró a su hijo Camilo José Cela Conde. Un cuadro que ya le había regalado en vida. Por lo demás, durante todo el documento del fallecido premio Nobel quedaba explicitada la voluntad del difunto de distinguir a Marina Castaño como única heredera.
El testamento de Cela cumplió los pronósticos más previsibles y distinguió a Marina Castaño como única heredera de su fastuoso legado. Los derechos de sus libros y una colección enorme de variopintos bienes materiales son lo más jugoso que ha dejado el escritor gallego a su segunda esposa. Con motivo de la publicación del testamento, una de las abogadas del hijo, Cela Conde, celebró una jugosa rueda de prensa en la que matizó distintas revelaciones del testamento. Señaló, por ejemplo, que, "en cualquier caso", lo que el célebre escritor lega a su único descendiente es la mitad de la propiedad del cuadro, puesto que el otro 50 por ciento ya le fue cedido por su madre, Rosario Conde. La historia del cuadro es digna de enriquecer un libro de anécdotas geniales de tipos únicos. Cela Trulock lo mostró a Joan Miró, quien le aseguró que él no lo había pintado. El escritor rasgó entonces el lienzo con un cuchillo y el artista plástico pidió a Rosario Conde que lo cosiera para poder pintar sobre la misma tela una nueva obra. La letrada quiso dejar claro que la cesión del cuadro como única herencia es una manifestación que se recoge en un testamento de 1991, pero luego se tendrá que ver "cuál es efectivamente el caudal hereditario y cuál es la parte que le corresponde legalmente a Cela Conde como legitima". Parece claro que a la apertura del testamento le van a suceder largas reuniones de abogados. Maratonianas sesiones que intentarán poner un reparto algo distinto al inicial. El asunto ha sido material de evidente morbo para azuzar diversas tertulias del mundo rosa y político. Hasta en la presentación de sus últimas voluntades, el creador de La Colmena ha demostrado que la indiferencia no entraba en su diccionario.