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TENIS

Robin Soderling, la revelación de París

Por Álvaro HeraltaTiempo de lectura4 min
Deportes07-06-2009

La vida es una caja de sorpresas, porque nunca sabes lo que te va a deparar. Una de ellas tiene nombres y apellidos: Robin Soderling. El sueco hizo acopio de este famoso dicho al convertirse en el protagonista inesperado de Roland Garros al eliminar, contra todo pronóstico, en los octavos de final a Rafa Nadal, el gran favorito a levantar la Copa de los mosqueteros. Emulando al holandés Martin Verkerk en 2003, el escandinavo logró alcanzar la final. Finalmente no logró el título, pero su compatriota Björn Borg, una leyenda en París, ya ha calificado su gesta como la mayor hazaña que se puede hacer en el tenis ahora mismo.

Nacido en Tibro, al sureste de Suecia, en 1984, Robin Soderling comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo del tenis a la edad de 14 años. Fue en Luxemburgo, donde disputó en noviembre de 1998 su primer torneo oficial en categoría junior. Su paso por este campeonato no resultó muy exitoso, ya que cayó en primera ronda contra Fred Junior Hemmes. Un holandés que en el circuito profesional de la ATP no ha conseguido ninguna vez estar en el Top 150 porque únicamente consiguió una victoria, que, curiosamente, también fue contra Robin. Aunque en 2000 se resarció conquistando el Orange Bowl, considerado como el trofeo más importante y prestigioso en la categoría Junior. En esta etapa apuntaba muchas maneras con la raqueta y, por ello, decidió pasarse al profesionalismo en 2001. En 2002 compaginó su presencia en el circuito ATP -donde compitió en cinco campeonatos- con el Chalenger, en el que completó una excepcional campaña con un récord de 16-8 y llegó hasta la final del Abierto de Estados Unidos Junior. 2003 se lo tomó como una campaña de transición, en la que quiso adaptarse al estilo de juego ATP, aunque aún así llegó a su primera final en Estocolmo –donde los nervios le jugaron una mala pasada en el tie break decisivo contra el norteamericano Mardy Fish- y alcanzó la tercera ronda de Wimbledon, después de clasificarse en las rondas preliminares. Por ello, acabó la campaña como el número 86 del mundo. 2004, por otra parte, fue muy especial para él, ya que logró alzar su primer trofeo dentro del circuito profesional tras ganar en Lyon al belga Xavier Malisse. También llegó al partido por el título en Marsella, donde perdió contra el eslovaco Dominik Hrbatý, y acabó el año como número 40 del ránking ATP. Pese a ello, su mayores detractores siempre le criticaron que en el circuito profesional no había acabado de explotar las maneras que apuntaba en categoría Junior. Estas críticas llegaron en el peor momento de su carrera, pues a partir de 2005 las lesiones se comenzaron a convertir en su peor pesadilla. Sobre todo entre finales de 2007 y principios de 2008, cuando una lesión en la muñeca izquierda le obligó durante varios meses a retirarse de las pistas. Aunque durante sus años de calvario también saboreó algunas alegrías, como el torneo de Milán en 2005, en el que venció en la final al checo Radek Štěpánek, o cuando en 2006 se convirtió en un héroe en su país al ganar dos partidos en el playoff contra Brasil que permitió a Suecia continuar en el Grupo Mundial de la Copa Davis. Aunque el tiempo que pasó en el dique seco no se le fue en balde, ya que se entrenó duro, mejoró su golpe cortado y su derecha, además de pasar muchas horas en el gimnasio. Los resultados no se hicieron de esperar y en 2008 volvió a ganar en Lyon y alcanzó el puesto número 18 del ránking mundial, su mejor marca. Piques con Nadal Entre el circuito de la ATP la imagen del resto de tenistas sobre Soderling no es la mejor, porque muchos le acusan de que no saluda a nadie en los vestuarios. Aunque sus mayores piques dentro de la pista los ha protagonizado con Rafa Nadal. Por ello, si había un jugador ante el que le diera rabia que cayera su récord sobre la tierra de París ése era el sueco. En Wimblendon, en 2007, durante un partido entre ambos, cuando Nadal se disponía al saque, el escandinavo se comenzó a mofar del español imitando el gesto típico del número uno de colocarse el pantalón. En Roma, este año, Nadal envió una bola larga al fondo. El juez de silla la dio por buena, pero Soderling protestó y, cuando fue a señalar la línea, se fue un metro más lejos de donde realmente había caído, provocando que el propio juez bajara a rectificarle. Sin embargo, el escandinavo no pudo completar su gesta de levantar el trofeo y se quedó a las puertas de gloria. Aunque, tras su victoria sobre Nadal, su compatriota Björn Borg le mandó un SMS eternamente agradecido, pues el español tendrá que esperar, por lo menos, una año más para acabar con su récord de cuatro triunfos en Roland Garros.