EE.UU.
El mundo musulmán pide a Obama que pase de las palabras a los hechos
Por Miguel Martorell
2 min
Internacional05-06-2009
La reacción ante el discurso de Obama en la Universidad de El Cairo se ha movido entre el optimismo y el escepticismo. No hay duda de que en los países musulmanes se ha agradecido su tono conciliador y de empatía, aunque lo cierto es que ni décadas de odio se superan con palabras, ni los grandes discursos sirven en la práctica.
“Es un buen comienzo”. Así calificaba la intervención de Barack Obama en El Cairo un portavoz de la Autoridad Nacional Palestina que recalcaba especialmente el hecho de que el presidente de EE.UU. había calificado de “intolerable” la situación de los palestinos y que denunció la “crisis humanitaria” que se vive en la Franja de Gaza. También en las filas de Hamas se alabó el tono del discurso. “Es un discurso lleno de cortesía y de diplomacia suave”, destacó Fauzi Barhum, quien, sin embargo, dejó claro que “las esperanzas y buenas palabras no son suficientes ante la agresión israelí”. La cautela de Hamas se convirtió en escepticismo en el caso de Hezbola. “El mundo islámico no necesita sermones políticos o morales. Lo que se requiere es un cambio fundamental en la política estadounidense, comenzando por detener el apoyo total a la agresión israelí, la retirada de Iraq y Afganistán y un cese a las interferencias en los asuntos internos de los países musulmanes”, destacó Hassan Fadlala, de la facción libanesa. Aunque el discurso de Obama ha tenido una buena acogida en general en el mundo islámico, la impresión general es que ahora hacen falta hechos que apoyen las palabras del presidente estadounidense. En algunos casos, como en el de Irán, el escepticismo ante un cambio -pese a la mano tendida al régimen ayatolá- es mayúsculo. “Las palabras y discursos no producen cambios”, sentenció el líder supremo de Irán, Ali Jamenei, horas antes del discurso de Obama. En cualquier caso, el rechazo al presidente de EE.UU. sólo lo ha expresado de momento Osama bin Laden en una grabación anterior a su llegada a El Cairo en la que deja claro que nada de lo que diga erradicará el terrorismo. “Que se prepare el pueblo americano para continuar la cosecha de lo que van a sembrar los dirigentes de la Casa Blanca en los próximos años y décadas”, proclamó el líder de Al Qaeda antes de amenazar al Gobierno paquistaní por su cruenta lucha contra los islamistas radicales en su territorio. En Estados Unidos, la opinión mayoritaria sobre las palabras de Obama es buena, aunque se ha dejado oír alguna que otra voz crítica que no ve con buenos ojos que Obama considere “ilegales” los asentamientos israelíes en Cisjordania, especialmente entre aquellos más próximos a los lobbys judíos. Es en Israel donde peor digestión tiene y tendrá el discurso de Obama. Allí los colonos reparten panfletos criticando a Obama, considerando que lo que se está reclamando es “sumisión” a Israel, tradicional aliado de EE.UU. a veces, a cualquier precio. Entre los miembros del Gobierno de Israel existe cierto malestar al comprobar que el apoyo inquebrantable de la Administración Bush durante los últimos ocho años se ha esfumado con Obama y, especialmente, al comprobar que la solución por la que aboga el presidente de EE.UU. la de los dos estados, es todo lo contrario a lo que ellos se están planteando.