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CRISIS

Los precios caen en mayo por tercer mes consecutivo

Por Bárbara ArenaTiempo de lectura2 min
Economía31-05-2009

La discusión sobre si la deflación ocurrirá o se quedará en el limbo de las amenazas ha cobrado fuerza de nuevo al hacerse público el indicador adelantado de los precios de consumo. El avance de mayo revela un retroceso del 0,8 por ciento respecto al mismo periodo en 2008, convirtiéndose en el tercer mes en números rojos tras el descenso del 0,1 por ciento en marzo y del 0,2 por ciento en abril.

Se trata de la primera vez que en la serie estadística del IPC, que comenzó en 1962, existen tasas negativas interanuales. Algunos expertos argumentan que la bajada de los precios hará que el consumo también descienda, esperando el comprador a un nuevo descenso. Esto provocará que el vendedor vuelva a bajar sus precios y que comience así una espiral. A pesar de los datos, la vicepresidenta económica, Elena Salgado, aclaró que no existe un peligro real de deflación. Salgado explicó que los números se deben a “la reducción del precio del petróleo desde hace un año” e insistió en que “si se eliminan la energía y los alimentos no elaborados, seguro que la tasa es positiva”. Y es que en mayo de 2008, el crudo se situó alrededor de los 80 euros por barril. El IPC mostró entonces una subida interanual del 4,6 por ciento. En 2009, sin embargo, el petróleo vale la mitad que en el mismo mes precedente, lo que afecta a la comparación interanual y al índice general. Además, la inflación subyacente, como se conoce esta comparación si se eliminan los bienes más volátiles (energía y alimentos no elaborados), es positiva y según el Instituto Flores de Lemus continuará así todo el año, aunque con subidas inferiores al uno por ciento. Por otra parte, todos los servicios de estudios encargados de realizar previsiones sobre el IPC apuntan a que el descenso de los precios se prolongará hasta otoño. Aclaran además que la cotización del Brent se recupera más rápido de lo esperado y que son las caídas en otros bienes (electrodomésticos, textil, alimentos elaborados, equipos electrónicos) y servicios (restauración, hoteles) lo que mantiene las previsiones negativas o incluso obliga a revisarlas a la baja. Todo ello podría suponer que la fragilidad del consumo empieza a tener sus consecuencias en las expectativas sobre los precios, una de las condiciones de la deflación.