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ANÁLISIS DE CULTURA

El adiós del valiente

Fotografía
Por Marta G. BrunoTiempo de lectura2 min
Cultura24-05-2009

Mario Benedetti deja el legado de toda una vida de lucha a favor de la verdad. Fue un icono, un modelo a seguir por su valentía, esa palabra de la que hoy muchos carecen. Ajeno a la hipocresía y a los poderes de control, quiso acabar con la dictadura uruguaya de los años 70. Lo más que consiguió fue que le echaran de su propia patria, de modo que tuviera que deambular por países vecinos, incluso atravesar el charco para llegar a su segunda casa, España. Aquí le esperaríamos con los brazos abiertos, perdonándole algunos que apoyara la revolución cubana y sus particulares utopías políticas. Entre ellos Mario Vargas Llosa, que a mediados de los setenta tuvo una dura polémica con el autor por sus ideas políticas extremas, que incluso incluyó en su obra Contra viento y marea. Siempre mostró una cara buena y mala para la felicidad, porque en ella siempre queda un resquicio de la tristeza, como le gustó remarcar en Primavera con una esquina rota. Porque, pese al éxito, al esfuerzo que implica obtener lo que se quiere, no hay que olvidar la parte negativa. Ya se sabe, por si acaso. Es de admirar tu capacidad para usar todos los géneros literarios: novela, cuento, poesía, teatro, ensayo...fue un autor variado y profílico, dedicado a su mayor pasión, la palabra. Pero utilizada no para leerla una sola vez y olvidarla, sino como instrumento del cambio. Porque él quiso transmitir la realidad a través de la tinta, mantenernos alerta de todo aquello que desconocíamos y las trampas en las que podíamos caer. A su lado descansa su constante esposa Luz, fiel acompañante de su exilio, esa pesada carga que tuvo que arrastrar a lo largo de su vida, hasta que por fin pudo volver a su patria uruguaya. Para Benedetti la vida fue un pasatiempo, tal y como profesaba en su poema. Su muerte, es sólo transitoria. Cuando éramos niños los viejos tenían como treinta un charco era un océano la muerte lisa y llana no existía. Luego cuando muchachos los viejos eran gente de cuarenta un estanque un océano la muerte solamente una palabra. Ya cuando nos casamos los ancianos estaban en cincuenta un lago era un océano la muerte era la muerte de los otros. Ahora veteranos ya le dimos alcance a la verdad el océano es por fin el océano pero la muerte empieza a ser la nuestra.