OTAN
Los retos de la Alianza Atlántica a sus 60 años de edad
Por Miguel Martorell3 min
Internacional04-04-2009
Tras 60 años de existencia, la OTAN afronta una serie de retos para el futuro que determinarán su consolidación como una herramienta útil ante los desafíos de los nuevos tiempos o la relegarán al papel de antigualla de la Guerra Fría. Rusia y Afganistán son los principales escollos que afrontar.
Los socios de la Alianza Atlántica son conscientes del reto que supone Afganistán. La Administración de George W. Bush -además de eludir el orden internacional- invirtió los papeles y dedicó más esfuerzo en Iraq que en Afganistán, donde supuestamente se fraguó el 11-S. El nuevo presidente de EE.UU., Barack Obama, quiere enmendar el error y centrarse en el país asiático, donde busca aplicar un cambio de estrategia. Tanto Obama como los socios de la UE en la OTAN parecen conscientes de que militarmente no se llegará mucho más lejos en Afganistán. La misión de la Alianza en este país consiste ahora en asegurar su futuro económico y social, garantizando que Afganistán no se convierte en un Estado fallido propiciado por los errores de Occidente. La inversión económica, además de la seguridad, será clave para este empeño. Para ello, la OTAN deberá implicar a Rusia, a India y, sobre todo, vigilar de cerca a Pakistán. Este país, fronterizo con Afganistán, se está convirtiendo en un hervidero de radicales que se nutren de las bolsas de pobreza y el extremismo que éstas generan. Que la situación en Afganistán se tuerza supondría un varapalo para la OTAN, que ha invertido grandes esfuerzos en el país asiático. Una derrota sería un signo de debilidad que la Alianza no puede permitirse ante el mundo. Si la tarea en Pakistán y Afganistán es ardua, más lo será recomponer las relaciones con Rusia. La OTAN nació como un bloque antagónico al Pacto de Varsovia y el régimen comunista de la URSS, y así lo sigue percibiendo Moscú, que no ve con buenos ojos ciertos planes futuros de la Alianza. Entre ellos, el escudo antimisiles que se pretende construir en Polonia y República Checa, en el que Rusia pide implicarse, ante el rechazo de Varsovia y Praga. De momento, estos planes han sido suspendidos por Obama, a la espera de estrechar lazos con Rusia y ver su coste futuro. La ampliación hacia el Este, con las futuras incorporaciones de Albania y Croacia es otro de esos planes que a Moscú no le hacen nada de gracia. Ver cómo se incorporan nuevos países a su antiguo enemigo sigue siendo motivo de molestia para Rusia, que recuerda que a Gorbachov se le prometió que no habría más ampliaciones. El ex presidente ruso aceptó la unificación alemana a cambio de que la OTAN no se ampliara hacia el Este, para evitar una alianza militar tan próxima a sus fronteras. Por ello, es más que probable que los intentos de Ucrania por unirse a la Alianza queden estancados de momento. La estrategia de la OTAN con Moscú será la de tender puentes en aquellos aspectos en los que pueden unirse, y eludir las discrepancias. De ahí que Obama busque la colaboración de Rusia en Afganistán, donde Moscú puede desempeñar un gran papel a la hora de establecer nuevas rutas armamentísticas y controles apropiados. De momento, la Alianza y Moscú deberán recomponer las relaciones estropeadas tras la invasión de Rusia en Georgia, que supuso la reafirmación de Moscú de que no piensa renunciar a los antiguos dominios de la URSS tan fácilmente.