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SIN CONCESIONES

Cuando callan los políticos

Fotografía
Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión07-01-2002

¿Se han dado ustedes cuenta de lo tranquilos que hemos estado durante tres semanas de Navidades con la clase política en silencio? Algunos no se habrán percatado porque siempre han pasado de los partidos y sus absurdas discusiones. Otros habrán caído en la cuenta de que Zapatero ha desaparecido del mapa desde que regresó de Marruecos y de que Aznar ha estado más preocupado de la nieve de Baqueira-Beret y de la boda-sorpresa de su hija Ana, de 20 años, con el yernísimo, Alejandro Agag, de 31 años. Un joven "con futuro" en el PP. Para qué decir más. Sin comentarios. En esta época del año, la política española parece más sensata y más digna. Y no es porque sea Navidad. El discurso del Rey Juan Carlos abre un plácido paréntesis en la vida parlamentaria. Sólo se habla de la lotería, del tiempo, de las compras... y, esta vez, también del euro. Los políticos lo saben y lo asumen. Descansan en sus casas y juegan con los niños. Aunque no lo parezca con demasiada frecuencia, son humanos y tienen nuestras mismas aficiones. No obstante, siempre hay algún inhumano que amenaza con no pagar lo que debe al Estado, con compartir paulatinamente los objetivos de un grupo terrorista o con obcecarse en incumplir las leyes. No tienen remedio. Por eso, este año le he pedido a los Reyes Magos algo que no te encuentras en la alfombra del salón cuando te levantas por la mañana el 6 de enero: que, al menos durante doce meses, todos los políticos trabajen de verdad por el bien común de la sociedad y olviden sus rencillas particulares. Pueden aprovechar la Presidencia española al frente de la Unión Europea como la excusa perfecta para unificar criterios y objetivos. Siempre habrá quien aproveche que el Pisuerga pasa por Valladolid para tachar al Gobierno de fracasado o reclamar la presencia de las Comunidades Autónomas allá donde deben estar los Ejecutivos centrales. Pero, ya hemos dicho que, algunos, no tienen remedio.