SIN CONCESIONES
Un año lleno de retos
Por Pablo A. Iglesias2 min
Opinión30-12-2001
El año 2001 ha sido un buen año. Aunque parezca mentira y el mundo dé la impresión de hundirse por momentos, la Humanidad afronta el segundo año del siglo XXI con un poco más de esperanza. Poca, pero esperanza. Parece que el hombre ha aprendido algo de la Historia y está dispuesto a evitar los mismos errores del pasado. George W. Bush lo demostró tras los atentados del 11 de septiembre. Antes de atacar, negoció una solución diplomática para capturar a Osama bin Laden. EE.UU. no atacó esta vez sin el permiso de la ONU -como en Kosovo- ni en contra de la comunidad árabe -como en Irak-. El bien común primó por fin sobre los intereses particulares. Al revés que su padre, Bush comprendió las palabras de Ercilla de que "el rigor excesivo en el castigo justifica la causa al enemigo". A raíz de ese momento, todo ha cambiado. Ha empezado un nuevo mundo sin fronteras en el que las personas están por encima de todas las cosas. Antes o después, siempre prima la Justicia. Sea en ésta o en la otra vida. Los deseos de la mayoría social se acaban imponiendo y triunfa la Democracia. Argentina y, sobre todo, los argentinos lo han corroborado en las últimas semanas. Primero cayó el gobierno de De la Rúa y después el de Rodríguez Saá. La voz de la calle ha podido con la corrupción y la vanidad de los políticos. Argentina está hoy peor que nunca, sí. Pero, seguramente, ha pasado ya lo más difícil: reiniciar el vuelo. Al fin y al cabo, la "mayor gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos". Goldsmith lo explicó a la perfección, pero el reto de asumirlo y transformarlo en realidad es nuestro. Si el 2001 ha sido un año complicado, todo hace pensar que el 2002 lo será también. Para Argentina, para quienes buscan a Bin Laden, e, incluso, para Europa. El euro es ya el primer problema al que se enfrentan trescientos millones de personas en el viejo continente. Muchos decimos adiós a un elemento que siempre ha formado parte de nuestras vidas como la peseta, el marco, la lira, el franco y hasta ocho monedas más. Sólo debemos tener miedo a la nostalgia. Ahora, todo será diferente e igual al mismo tiempo. No habrá pesetas, pero sí euros. Quizá nunca se capture a Bin Laden, pero las víctimas del terrorismo jamás volverán a sentirse solas. En el peor de los casos, Argentina permanecerá sumida en una crisis, pero la clase política no subestimará más al pueblo. En la vida, las desgracias y todas las "cosas tienen su belleza, pero no todos pueden verla". Esto lo dijo Confucio, pero no servirá de nada si todos no hacemos un esfuerzo por comprenderlo. Sólo así haremos que el 2002 sea todavía mejor.