GUERRA DEL AGUA
La falta de agua, un mal endémico que ahoga a los agricultores
Por Raquel Rodrigo4 min
España20-04-2008
El tema del agua parece uno de los más idóneos para que los partidos políticos en el poder demuestren su autoridad respecto al anterior. Mientras los dirigentes utilizan este asunto como arma política de cara a sus respectivos electorados, miles de agricultores sufren desde hace años las consecuencias de la sequía.
El problema del agua en España se remonta a los tiempos de Franco, cuando para paliar la sequía, creó embalses repartidos por toda la península. Esta solución resultó ser insuficiente, porque seguía la falta de lluvia en el país. Con la democracia ya plenamente instaurada, en abril de 1993 el Gobierno socialista creó un Plan Hidrológico, que no llegó a buen puerto al no recibir la aprobación del Consejo Nacional del Agua (CNA). En el año 2001 el presidente del Gobierno José María Aznar ideó el Plan Hidrológico Nacional (PHN), con el fin de hacer un trasvase del Ebro a las cuencas mediterráneas, en especial Murcia y Valencia. Este plan, aunque no llegó a llevarse a cabo, levanto muchas voces en contra. Asociaciones agrarias como la Unión de Agricultores y Ganaderos de Álava (UAGA) y la Asociación Regional de Agricultores y Ganaderos de Aragón (ARAGA) se manifestaron en defensa del Ebro en Madrid, en una manifestación compuesta sobre todo por catalanes y aragoneses, ya que serían los más perjudicados por la propuesta. Desde el principio, también el PSOE se mostró en contra del trasvase, y al llegar a la presidencia en 2004 el presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, denegó el trasvase. En su lugar, creó el Plan AGUA, que se basaba en la obtención de agua a través de desaladoras, algo que tampoco dejó satisfechos a los colectivos agrícolas, porque el coste de esta medida depende de factores como la región y la altura a la que esté la plantación. La respuesta del campo español fue clara: “Necesitamos trasvases, depuradoras y extracción de pozos también para sobrevivir. La producción de las desaladoras es insuficiente y cara”. También se recibieron críticas desde la Universidad de Cartagena (Murcia), denunciando la incapacidad de esta medida para solucionar el problema. Javier Calatrava, profesor de esta universidad, y experto en los costes del agua declaró que “No hay ningún técnico, que no tenga el carnet del PSOE, que diga que el agua desalada lo va a solucionar todo. Hoy por hoy, el Plan AGUA del Ministerio de Medio Ambiente no es una solución para la agricultura”. También afirmó que los trasvases “sólo deben hacerse en época de necesidad, porque de lo contrario pueden generar una demanda excesiva”. Con la polémica generada con el mini trasvase propuesto para dotar de agua a Barcelona, se han vuelto a levantar las ampollas. Los agricultores se quejan de la preferencia que se le está dando a la Ciudad Condal, gobernada por el PSOE, en detrimento de Valencia y Murcia, gobernadas por el PP, y que llevan muchos años sufriendo el problema de la falta de agua. Comunidades como Navarra o Galicia tienen excedentes, y los afectados protestan porque no se buscan soluciones en las que nadie salga perdiendo. Existen dos vertientes en el problema del agua en España. En primer lugar, existen 60.000 hectáreas de tierras en el sur de Alicante y Murcia, que en su momento fueron clasificadas oficialmente como de regadío, pero que carecen de las condiciones de agua adecuadas. En segundo lugar, el desarrollo de la agricultura en la zona Este de la Mancha crea una gran tensión a la situación agrícola, que rompe el equilibrio histórico de la cuenca del Júcar, gracias a la que existe la agricultura valenciana. Ambos problemas han surgido en las últimas décadas del siglo XX. El primero por la política hidráulica española, que lleva tiempo permitiendo la expansión del regadío en la cuenca del Segura, que no es capaz de atender. El segundo, por la política agraria común de la Unión Europea (UE), que ha estimulado a Castilla la Mancha, con subvenciones, la extensión de cultivos inadecuados para la zona, como el maíz y la alfalfa, ya que se trata de una meseta semiárida. Las soluciones propuestas irían de una reorganización agraria basada en una adaptación ecológica, a la calificación de las tierras de acuerdo a su naturaleza real. Entre los años 1973 y 1975, Barcelona reclamaba 1.400 hectómetros cúbicos de agua para cubrir su déficit. Para solucionarlo, Franco intentó un trasvase por decreto, pero Aragón salió a la calle, porque desde 1915 estaban reclamando los regadíos. En el año 2000 el Parlamento catalán aprobó un documento que cifraba en 350 hectómetros el déficit de Cataluña.