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GUERRA DEL AGUA

Zapatero rompe su palabra de no trasvasar el Ebro y habla de "conducción"

Por Elena GómezTiempo de lectura3 min
España16-04-2008

“Mientras sea presidente del Gobierno no habrá trasvase del Ebro”. Así de tajante se mostraba el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, durante la última campaña electoral. Unas palabras que ahora quedan en entredicho después de la aprobación por parte del Ejecutivo de un minitrasvase desde el Ebro hasta la ciudad de Barcelona al que los socialistas prefieren referirse como una “reconducción” del agua.

Zapatero siempre ha mostrado su negativa al Plan Hidrológico Nacional (PNH) que incluía los trasvases del Ebro. Ya lo manifestó en 2004 cuando obtuvo su primera victoria como presidente del Gobierno asegurando que “haría una política que no tuviera “trasvases absurdos ni dañara al Ebro”. En su último mitin en la reciente campaña electoral, antes de su segunda victoria en las urnas, celebrado en el coso de la Misericordia de Zaragoza el día 2 de marzo y que coincidía con la víspera del segundo debate televisivo entre los dos entonces candidatos a la Presidencia Zapatero y Rajoy, reiteraba que “lo dije aquí hace 4 años y hoy lo reitero.”. Estas palabras tienen especial relevancia ahora cuando, sólo un mes después, su Ejecutivo ha aprobado de forma urgente la “conducción” de agua del Ebro a la ciudad de Barcelona para que esté a punto en seis meses, justo cuando las reservas amenazan dejar seca la capital catalana. De este modo, la necesidad de agua en Barcelona, por las escasas lluvias en la zona, ha sido la grieta que ha reabierto la guerra del agua. La obra, que tardará seis meses en realizarse, consta de una tubería por la que viajarán hasta Barcelona los excedentes que no bebe Tarragona y el agua que se compre a los regantes de la cuenca del Ebro. Así, los cinco millones y medio de habitantes del área metropolitana recibirán 50 hectómetros cúbicos. Y aunque la vicepresidenta del Gobierno, Maria Teresa Fernández de la Vega, insistió en que no se trata de un trasvase diciendo “que no se saca un litro de agua del Ebro” ya que no se trata de un trasvase sino de “conducción de caudales ya cedidos”, no todos los partidos políticos entienden que se esté dando un trato igualitario en el reparto del agua. Esta decisión del Gobierno pone en un aprieto al presidente de Aragón, Marcelino Iglesias que se opone a cualquier tipo de trasvase desde el Ebro, según su Estatuto. IU y PP no tragan con la nueva definición del proyecto, aunque los populares de Valencia y Murcia se han mostrado algo más benevolentes y no critican el trasvase del Ebro a Barcelona, sino que piden un trato similar. RECHAZO A UN PLAN DE AZNAR El trasvase, un Plan Hidrológico Nacional impulsado por el Gobierno de José María Aznar no parecía ser en su momento del agrado del actual presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, quién siempre se mostró en contra de la realización de este proyecto que pretendía trasvasar agua, construir nuevos embalses, reforestar cuencas, mejorar los regadíos y poner en marcha medidas ahorradoras que contribuyeran a optimizar la gestión del agua. El Gobierno del Partido Popular presentó su proyecto el 14 de julio de 2000, aunque ya en abril de 1993, el entonces Gobierno socialista había sacado su propio Plan, que logró el visto bueno del Consejo de Ministros pero no el del Consejo Nacional del Agua (un órgano consultivo que puso condiciones como la elaboración de planes de cuenca y de regadío). Tras cinco meses de trabajos, el 30 de enero de 2001 el Pleno del Consejo Nacional del Agua, (CNA), daba luz verde al proyecto del PHN del PP. La votación final fue de 69 votos a favor, 15 en contra (Aragón, Baleares, Asturias, Andalucía, tres de grupos ecologistas, dos de organizaciones agrarias, cuatro expertos en hidrología y dos de usuarios de Andalucía) y una abstención (una experta en hidrogeología). Entre los votos favorables figuraron los de Extremadura y Castilla-La Mancha, ambas comunidades gobernadas por el PSOE. Uno de los escollos más importantes del Plan, motivo en Aragón de numerosas movilizaciones, es el trasvase del Ebro a las cuencas mediterráneas de 1.050 hectómetros cúbicos anuales. Asimismo, propone al Gobierno medidas para reforzar la coordinación entre comunidades autónomas y corporaciones locales, establece garantías de las cuencas cedentes, cautelas en las cuencas receptoras y planes especiales contra sequías e inundaciones, y de protección del Delta del Ebro o mejora de la calidad del Tajo.